ENTRADA 27: Ríos De Azufre
Me he pasado toda la noche escuchando las frecuencias de las Fuerzas de Seguridad. La mayor parte es cháchara intranscendente, sobre todo informes de situación de check-points, estadillos de situación de patrullas y poco más. Sin embargo, de vez en cuando, surge un «punto caliente» y entonces la situación se descontrola por completo. Me llama poderosamente la atención el hecho de que pese a que los medios de comunicación están permanentemente alertando de los riesgos de disturbios, estos suponen tan solo una mínima fracción de los incidentes que escucho por la radio. Puede que sea porque vivo en una ciudad pequeña, pero el número de saqueadores parece ser muy reducido.
Sin embargo, de lo «otro» cada vez hay más. Al principio, hace un par de días, apenas había referencias de ellos, pero ahora parecen aumentar por horas. Me refiero a los incidentes protagonizados por, tal y como se refieren a ellos los militares en la radiofrecuencia, «esas cosas».
Hace tan solo 48 horas por lo visto no se estaban dando casos en Pontevedra. Lo que empezó como un goteo, un incidente de «esas cosas» cada 12 horas, más o menos, se está convirtiendo rápidamente en un chorro enorme, con llamadas de emergencia, avisos histéricos de unas unidades a otras, y mucho, mucho movimiento de policías y soldados, que parecen incapaces de atajar la situación.
No se a que se refieren cuando hablan de «esas cosas» ¿Son los infectados por el virus? Ya es conocido que los infectados tienen un comportamiento extremadamente agresivo, pero entonces ¿Por qué les llaman «esas cosas» y no infectados? ¿De qué coño va esto?
Hace unas horas, las Fuerzas de Seguridad de Pontevedra recibieron la orden de replegar su ámbito de actuación al casco urbano. Las parroquias, las zonas rurales del entorno de la ciudad deben ser evacuadas. Al cabo de unos minutos de oír esto por la frecuencia militar, en Localía, la televisión local, ha aparecido un capitán de la Guardia Civil en uniforme de combate del ejército leyendo un comunicado del Coronel al mando de la provincia, ordenando esa evacuación. Creo que estamos sitiados.
Hace tan solo una hora he oído por la radio de onda ultracorta una llamada realizada a una patrulla. Le informan de un incidente en una calle y le piden que vayan a investigar. La patrulla (creo que Policías Nacionales, por la forma de hablar) ha respondido que estaba llegando. No he vuelto a oír nada de esa patrulla desde entonces. Sin embargo, si he oído otra llamada, esta vez a tropas de la BRILAT, para que acudieran urgentemente a esa misma dirección tan solo un cuarto de hora después. Lo jodido es que esa dirección queda a tan solo un kilómetro escaso de mi casa. Y juraría que he oído dos disparos. Nada más. Sea lo que sea que haya pasado en ese lugar solo se han efectuado dos disparos.
En general, las cosas parecen ir como el culo. De lo que puedo entresacar de toda la paja de la televisión, radio, frecuencias militares e Internet, la situación se degrada por momentos. Los Cuerpos de Seguridad parecen estar sobrepasados por los incidentes. Estos parecen haberse disparado en las últimas 24 horas, es como si siguiesen una progresión geométrica. Hay bajas entre los policías y los militares. Y entre algunas unidades, sobre todo las que estaban formadas por policías Municipales, parecen estar empezando a aparecer las deserciones. Algo tiene que ir jodidamente mal.
Hay un rumor insidioso sobre todos que está empezando a preocuparme. De todas las teorías delirantes que se repiten sin cesar estos días por la red, hay una que empieza a crecer enormemente y que parece consolidarse. Habla de que los enfermos están en una especie de animación suspendida, o una reanimación, un estado cercano a la muerte o algo por el estilo. No falta quien afirma que directamente, están muertos, pero aun así, andan. Sí, claro.
O no. Han pasado tantas cosas tan extrañas en las últimas horas que no se que pensar.