ENTRADA 26
El viernes por la tarde fui sorteando los controles hasta casa de Rober, un buen amigo de la infancia. Rober es un tipo tranquilo, cachazudo y metódico. Trabaja como asesor contable de una empresa de importación. Está casado desde hace dos años y tiene una niña preciosa de tan solo unos meses. Cuando llegué a su casa me encontré a su mujer preparando las maletas y a Rober contemplando sombríamente la televisión. Me ha contado que se van hacia el Punto Seguro que han organizado los militares en el centro de la ciudad. Aún no saben donde se alojarán ni que harán allí, ni nada por el estilo, pero aun así, van a ir.
Lo entiendo. Yo soy un tipo solitario que vive con un gato, pero él tiene una familia a la que cuidar. Buena suerte, Rober. Creo que nos hace falta a todos.
De vuelta a casa he parado un momento en el chalet del vecino que queda justo detrás del mío, espalda con espalda. Antes de que todo esto empezase, estaba de obras en su casa, construyendo un porche trasero de madera. El olor a cola y las motas de aserrín volaban por encima de la tapia trasera que separa nuestros jardines, para deleite de Lúculo, que era capaz de pasarse horas hipnotizado contemplando el polvillo de madera girando en un rayo de luz. Ahora, hace días que los carpinteros no aparecen. Pese a que no tengo mucho trato con él, me he atrevido a pedirle un par de fuertes listones de madera, para apuntalar el portalón delantero de mi muro. Si aparecen los saqueadores por aquí tendrán que saltar un muro de tres metros o derribar una puerta de hierro forjado, reforzado con dos puntales de madera clavados al suelo. Creo que más que nada lo hago por tener la mente ocupada y no pensar en lo que está pasando. Joder.
Por los canales oficiales ya apenas llegan noticias del extranjero. Tampoco parece importarle mucho a la gente. Es como si cada nación se estuviese volcando en si misma para sobrevivir. Lo poco que sé es que, resumiendo, de Rusia no hay noticias DE NINGÚN TIPO desde hace días. Ni siquiera por Internet. Cero absoluto. Del norte de Europa hay unos cuantos blogs activos, pero desafortunadamente, no sé sueco, ni alemán, ni polaco, así que no puedo saber que coño se están contando. Observo que las mayúsculas y los símbolos de exclamación abundan, así que deduzco que están nerviosos. O sorprendidos. O asustados. Quien sabe.
En EEUU, por lo que he visto por la CNN+ (que es la única cadena generalista americana que aún recibo por el satélite, ya que CBS y ABC tienen un pantallazo azul con el logo de la cadena y la Fox News emite estática), la población está siendo concentrada en las Safe Zones, en el centro de las ciudades. Por lo visto, fuera de ellas no garantizan la seguridad frente a «salteadores». Sin embargo, por Internet corre el rumor de que la Safe Zone de San Diego y posiblemente, de otras muchas ciudades, han sido asaltadas por grupos de atacantes y que se ha producido masacres increíbles. La vida vale muy barata hoy en día en todo el mundo, por lo que veo. Si buscas «dead» en Google estos días, te salen docenas de millones de enlaces…
En España, la situación no es mejor. Los Puntos Seguros se están organizando en el centro de todas las ciudades de más de 50000 habitantes. A todas horas, en cualquier radio o TV insisten en que toda la población se debe concentrar en ellos por su propia seguridad. Yo no pienso ir. No permiten llevar animales domésticos (lógico, el espacio será bastante reducido en esos Puntos Seguros), y yo no pienso dejar atrás a Lúculo ni de coña. No es que sea un chalado de los animales, pero cuando mi mujer murió, fue Lúculo, con su presencia, quien evitó que hiciese una tontería. Se lo debo. Es mi puto gato y no lo voy a abandonar. Así pues, que se jodan el gobierno y los Puntos Seguros.
Ha vuelto a salir el Rey en televisión, una vez más, de uniforme, pero esta vez, rodeado de generales informando de la situación. Ahora que lo pienso, hace días que no veo a ningún político en la tele. Parece que los militares están tomando el control. Joder.
Telecinco solo emite programas enlatados, y como A3, un informativo cada tres cuartos de hora. Dicen que es para garantizar la seguridad de los colaboradores y trabajadores de la casa. Por lo visto, la zona donde está la cadena no es muy segura. Hay bandas de esos salteadores, según explican.
Los teléfonos móviles están muertos. Las tres operadoras han suspendido el servicio y han «cedido» su red a las Cuerpos Provinciales de Seguridad. Ahora si que me resultará imposible localizar a mi hermana. Es una chica lista, así que confío en que se lo esté montando bien.
Ahora estoy escuchando la radio de onda ultracorta de nuevo, oyendo como los militares están evacuando a mucha gente hacia el Punto Seguro. El ruido de disparos esporádicos a lo largo del día ha sido constante. La civilización está empezando a desmoronarse.