Más tarde, cuando estábamos en la cama, la acaricié y ella no se resistió. Era muy distinto a su forma de actuar en el yate. Como si de repente hubiera decidido transformarse en otra persona.
«Nunca debí admitir el tema del dinero», pensé. «Es lo que nos ha destrozado todo el tiempo». Pero ¿cómo iba a saberlo yo? Había sido tan nuevo e inesperado para mí que había acabado por arrollarme.
—Tengo que ir a casa —dije, ya avanzada la noche—. No quiero despertarte mañana y yo me tengo que ir muy pronto. —Me miró, seria. Yo hubiera preferido quedarme junto a ella.
—¿A qué hora piensas que me levanto? —preguntó. Torció la boca con una mueca burlona.
—En la agencia se suele empezar alrededor de las diez —respondí—. Pero yo tengo que estar en clase a las ocho.
—¿Siempre llegas puntual? ¿Alrededor de las diez? —preguntó de nuevo.
«¿Qué es lo que pasa ahora? ¿Acaso va a revisar después mi tarjeta de asistencia?», me dije.
—Pues… sí —contesté.
—¿Y yo llego más tarde que tú? —volvió a preguntar.
—Yo…, no sé —dije—. La verdad es que siempre estás allí.
—Exacto. Tanja abre a las diez para que entren los demás, pero yo tengo mi propia llave. Me suelo levantar todos los días a eso de las seis —afirmó.
—Oh, disculpa. No lo sabía —contesté.
—No —dijo Danielle—. A veces incluso estoy en la agencia a las seis. No me va a suponer ningún esfuerzo levantarme contigo si quieres llegar puntual a clase. —Movió la cabeza con aire alegre—. Me gusta que las cosas sean así. Me resulta divertido, porque es como si volviera a mis años de estudiante. —Me sonrió—. Ah, otra cosa. ¿Me puedes dejar mañana por la mañana en la oficina? Tengo el coche en el taller.
—Sí, claro —respondí, sorprendida.
—Bien —dijo Danielle—. Entonces, si no te quieres ir, disponemos de un poco de tiempo. —Sus ojos brillaron, seductores—. ¿Podríamos dedicarlo a hacer una cosita?
—¿Sólo una? —pregunté con sorna.
Se volvió hacia mí en la cama.
—Tantas como quieras —respondió, sonriente—. Pero también debemos hacernos a la idea de dormir un poquito.
—Encantada, pero luego —dije con voz ronca. La besé y me acerqué a ella.