Shackleton sorprendió mi mirada, y con un escéptico alzamiento de cejas, abrió sus brazos para abarcar toda aquella desolación.
—Como ve, señor Winslow, no hay ningún modo de que podamos viajar al año 2000.
Yo me encogí de hombros, divertido ante lo que sin duda no era más que un pequeño inconveniente.
—Entonces me temo que tendremos que vencer a los marcianos nosotros solos, capitán. —Y sonreí.