El espacio de la bicicleta

El auténtico hecho diferencial que ha impulsado el uso de la bicicleta como modo de transporte ha sido la implantación de carriles bici en calles y avenidas, lo cual está obligando a modificar el espacio urbano más que ningún otro factor. Las enormes y necesarias inversiones en metro que se han producido en Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao y Sevilla han mejorado mucho la calidad de vida de sus ciudadanos y la eficiencia de las ciudades, pero han dejado enormes deudas y apenas han alterado el espacio urbano. En cambio, la extensión de la bicicleta (y la posterior del coche eléctrico) tendrá un coste mucho más reducido pero alterará en mucha mayor medida la imagen de nuestras ciudades. En efecto, la irrupción de la bicicleta, cuyas características de velocidad y maniobrabilidad son sustancialmente diferentes tanto de las del peatón como del coche, alterará el siempre delicado «statu quo» del reparto vial entre vehículo privado, transporte público de superficie y peatón, y está obligando ya a nuevos diseños en calles y espacio público en general.

Para implantar en un vial existente el espacio que requiere el uso seguro y eficiente de la bicicleta, hay que alterar el reparto de un bien escaso como es la sección.

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Coexistencia de buses, taxis y bicicletas en los carriles bus ampliados de París.

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Ejemplo de implantación de carril bici y estacionamiento de motos a costa de reducir el espacio del vehículo privado y preservando el espacio peatonal, en la calle Tuset de Barcelona.

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Ejemplo de implantación de carril bici a costa de reducir el espacio peatonal en la Avenida Diagonal en Barcelona.

Pero no se trata tan solo del reparto de la sección vial, sino de la propia estructura vial de la ciudad. Las calles de sentido único, solución eficiente para el tráfico de vehículos de motor, provocan itinerarios ineficientes para las bicicletas, que se resuelven en indisciplina por parte del ciclista. Evidentemente (en contra de lo que piensan los no ciclistas, cada vez menos mayoritarios), la solución no llegará por el refuerzo de la disciplina, sino por la adecuación de la ciudad a la nueva realidad, y ya están apareciendo los carriles bici en contrasentido y las zonas de tráfico calmado (zonas 30) en las cuales las bicicletas, al igual que los peatones, circulan en los dos sentidos.

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Circulación de bicicletas en contrasentido en zonas 30 en Clamart, Francia

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Carril bici bidireccional en la calle unidireccional Urgell, Barcelona

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Ejemplos de señalización de zonas de uso exclusivo de bicicletas y de carriles bici.

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La introducción de los carriles bici en Nueva York empieza a hacer posible el uso de la bicicleta a todos los públicos. Actualmente Nueva York impulsa un ambicioso plan de promoción de la bicicleta y dispone ya de 1.000 kilómetros de carriles bici. La eficiencia de la bicicleta como medio de transporte urbano podrá extenderse a una mayor parte de la población.

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En Nueva York los mensajeros descubrieron la bicicleta hace décadas, pero se trata de un trabajo duro y arriesgado.

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Bicicletas fashion en las calles de Nueva York.