Infraestructuras y paisaje. La ingeniería de «por donde» circulan las bicicletas

(Oriol Altisench)

En capítulos anteriores hemos vivido profundamente y con todo detalle la ingeniería que encontramos en la bicicleta como máquina, como vehículo. Hemos vivido los flujos de fuerzas, las reacciones de apoyo, las interacciones ciclista-bicicleta y bicicleta-pavimento. Hemos podido comprender cómo se comportan e integran el cuadro, las ruedas y los componentes en la bicicleta y cómo responden a los flujos de fuerza. Hemos apreciado el comportamiento estructural del ciclista y de la bicicleta.

En las páginas que siguen vamos a observar la bicicleta desde otro punto de vista, desde otra ingeniería. Vamos a fijarnos en la bicicleta desde el punto de vista de la ingeniería de «por dónde» circulan las bicicletas. La bicicleta, ingeniería pura como hemos visto, requiere de otra ingeniería para poder circular. Esa otra ingeniería es la ingeniería de los caminos, la ingeniería de trazado o, de manera más amplia, la ingeniería de las infraestructuras.

Pero para observar la bicicleta desde esa otra ingeniería se requiere de disciplinas complementarias. Ir en bicicleta requiere unos mínimos infraestructurales pero también de entorno. Hoy no concebimos transitar en bicicleta por entornos que nos sean hostiles.

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Se trata, pues, del paisaje. Infraestructuras y paisaje se entrelazan para proporcionar al ciclista condiciones de rodadura seguras y agradables. El puerto más bonito del mundo con pendientes insuperables no sería apto para ser «ciclado». No sería «ciclable». Por otro lado, la pendiente perfectamente «ciclable» de una autovía urbana, desprovista de atractivo paisajístico, no invitaría a circular en bicicleta, aunque estuviera permitido hacerlo. Esos dos conceptos, infraestructuras y paisaje, van unidos, son inseparables y están presentes en casi todos los usos actuales de la bicicleta.