Frenar una bicicleta es un acto que requiere generosidad con uno mismo y contención. Cuando vas en bicicleta, sabes que todo lo que frenes, tarde o temprano; antes o después, significa esfuerzo personal y/o tiempo. Es así.
Aunque hoy existan bicicletas con frenos hidráulicos de disco (cuyo origen está en la fórmula uno), la belleza del freno de zapata sobre la misma rueda (llanta o neumático) es para siempre insuperable en el plano de la simplicidad. Esa solución tan aparentemente provisional que supone intervenir directamente sobre la rueda (tal cual, sin añadirle nada), distinguiendo entre lo que es rueda y lo que es freno, tiene una elegancia de la que no gozan otros sistemas más evolucionados y efectivos.
Podríamos decir que en la tipología original, el freno reduce la velocidad de la rueda, pero no tiene vocación de ser una parte de la rueda. El freno es freno. La rueda es rueda. Y, si se encuentran, es para frenar sin mezclarse.