Un pedal gira libremente sobre sí mismo de manera necesaria para suspender nuestro pie en el lugar decidido[3] y transmitir nuestra fuerza con alta fidelidad hasta el terreno, para transformarla en avance.
Los pedales, tan aparentemente gemelos, tienen un alma simétrica (e invisible) que es su rosca. En todas las bicis, desde hace mucho tiempo, cada hilo de rosca de cada pedal cumple con un avance (y sentido de giro). El derecho cumple con un avance normal, mientras el izquierdo tiene un avance inverso al habitualmente convenido. Esta excepción tan universal[4] viene motivada por la previsión (tan al servicio de la fiabilidad). Siendo así, si uno de los pedales deja de girar tan suavemente sobre sí mismo, nosotros al pedalear estaremos ejerciendo un par de apriete, en lugar de desenroscar el pedal.
La bicicleta, está llena de este tipo de detalles, tan necesarios y poéticos.