Jamás habría terminado este libro, que he tardado dos años en escribir y muchos más en planificar, sin la ayuda de mucha gente. Querría dar las gracias a mis amigos John y Francine, quienes pusieron a mi disposición muchos años y miles de millas de experiencia náutica, y que leyeron el manuscrito con suma atención. No tengo palabras para agradecer a John Harland su atenta lectura, así como el hecho de haber puesto a mi disposición su conocimiento enciclopédico; no obstante, cualquier error que pueda haber es responsabilidad mía. Para las traducciones al francés debo dar las gracias a la autora Margo McLoughlin, así como al autor y traductor Guillaume Le Pennec (quien ha traducido al francés, con gran pericia, varios de mis anteriores libros). Mi agente, Howard Morhaim, leyó numerosos esbozos y, como siempre, me concedió el beneficio de su perspicacia. Agradezco a mis editores en Nueva York y Londres, Dan Conaway y Alex Clarke, su asombroso entusiasmo y apoyo constante. Por último, pero en primer lugar en mi corazón, quisiera expresar mi gratitud a Karen, mi esposa, por su apoyo y por todos los comentarios inteligentes que ha hecho sobre este libro, desde que lo concebí hasta la última vez que lo repasé. Sin ti no podría haberlo hecho, cariño.