Allí quedó el hombre. Quincas Borba había intentado meterse en el coche que se llevaba a su amigo y, corriendo detrás, se había obstinado en acompañarlo; para agarrarlo, contenerlo y encerrarlo en la casa fue necesaria toda la fuerza del criado. La situación era igual que la de Barbacena; pero la vida, mi buen señor, se compone rigurosamente de cuatro o cinco situaciones que las circunstancias varían y multiplican a los ojos. Rubião pidió insistentemente que le mandaran el perro. Obtenido el consentimiento del director, doña Fernanda se ocupó de satisfacer el deseo. Primero pensó en escribirle a Sofía, pero al fin fue ella misma a Flamengo.