Ya que hablamos de caballos, no está de más decir que la imaginación de Sofía era ahora un corcel brioso y petulante, capaz de trepar morros y hendir matorrales. Otra sería la comparación si la oportunidad fuese diferente; pero en este caso lo que más conviene es el corcel. Contiene la idea de ímpetu, de sangre, de disparada, al mismo tiempo que la de la serenidad con que vuelve al camino recto, y finalmente a la caballeriza.