CXXXI

Rubião los trató con simpatía. Para no desesperar al mayor, no siguió defendiendo a la familia Palha. Poco después se despidió prometiendo, sin que lo invitaran, que «un día de estos» iría a cenar con ellos.

—Será cena de pobre —contestó el mayor—. Si puede, avise antes.

—No quiero ningún banquete. Vendré cuando se me ocurra.

Despidióse. Doña Tonica, después de acompañarlo sólo hasta el descansillo a causa de los zapatos, fue a la ventana para mirarlo alejarse.