Sobre las reflexiones de Sofía no hay nada que explicar. Todas se afianzaban en la verdad. Era cierto y muy cierto que Carlos María no había correspondido a las primeras esperanzas —ni a las segundas, ni a las terceras— porque otras muchas lo requerían, bien por menos que verdes y ávidas. En cuanto a las razones atribuidas por Sofía al cambio de actitud, vimos que, a falta de una, habían sido sucesivamente tres. No se le había ocurrido pensar en algún amor que él descubriese por ventura, y que le hubiese vuelto insípido cualquier otro. Ése habría sido un cuarto motivo, acaso el verdadero.