LV

Palha esperaba cualquier cosa menos aquello. De ahí el asombro en que se disolvió la cólera; de ahí también una leve sombra de pesar, que es lo que menos esperaba el lector. ¿Dejarlos? Naturalmente se iba de Río de Janeiro; era el castigo que se imponía a sí mismo por la acción ruin que había perpetrado en Santa Teresa; no había tardado en avergonzarse, en arrepentirse. No tenía cara para presentarse ante la esposa de su amigo. Tal fue la primera conclusión de Palha; pero otras hipótesis se sumaron a ésa. Por ejemplo: era posible que la pasión persistiese, y la partida era una forma de alejarse de la amada. También podía ser que hubiese algún proyecto de casamiento.

La última hipótesis aportó a la fisonomía de Palha un elemento nuevo que no sé cómo llamar. ¿Decepción? Ya el elegante Garrett no hallaba para tales sensaciones otro término, y no por ser inglés lo despreciaba. Añadamos el pesar de la separación, no olvidemos la cólera que primero había tronado sordamente, y no faltará quien piense que el alma de ese hombre era una colcha hecha con retazos. Es posible: ¡las colchas enterizas son tan raras moralmente! Lo principal es que los colores no se desacrediten entre sí —cuando no pueden obedecer a la simetría y la regularidad. Éste era el caso de Palha. A primera vista tenía un aspecto confuso; pero si se miraba bien, por opuestos que fuesen los matices se encontraba su unidad moral.