XXV

Cenó allí muchas veces. Era tímido y envarado. La frecuencia atenuó la impresión de los primeros días. Pero siempre conservaba, mal guardado, un fuego íntimo que no podía extinguir. Mientras duró el inventario, y sobre todo la denuncia que alguien había elevado contra el testamento alegando que Quincas Borba, por demencia manifiesta, no estaba en condiciones de testar, nuestro Rubião se distrajo; pero la denuncia fue desechada y el inventario se encaminó velozmente hacia su conclusión. Palha festejó el acontecimiento con una cena en la que participaron, además de los tres habituales, el abogado, el procurador y el notario. Aquella noche Sofía tenía los ojos más bellos del mundo.