Epílogo

Aún me quedan unos meses para cumplir treinta años, pero eso ya no es esencial en mi vida. Ya no soy la otra de nadie y siento que no me están robando el tiempo.

Los últimos meses he hecho cosas impensables e increíbles, y he dejado atrás la Katia que sólo era espectadora de otras vidas.

He sido mi propia protagonista, y aunque he renunciado al trabajo que tanto me apasionaba, me he alejado definitivamente de Mat.

Mat ha salido de mi vida y gracias a ello he podido ver con claridad todo el daño que me ha hecho.

Soy una valiente. Me hice un tatuaje, me colé en una boda, robé en una tienda y me animé a hacer puenting. Pero mi logro más grande ha sido que ¡he vuelto a creer en el amor!

José y yo hace meses que salimos. La cosa marcha viento en popa. He roto todas las normas de mi casa: ya no me importa que mis sillones blancos se ensucien, o salir juntos de la ducha y caminar descalzos por toda la casa con los pies empapados. Es maravilloso cómo te cambia el amor.

Mis padres y Loli, su madre, también saben lo nuestro, y están superentusiasmados.

Mi lado quejica y detallista, día a día, se sosiega con cariño, y me hace bien.

Me he apuntado a un máster, he vuelto a creer en mí y voy a lograrlo.

Irene sigue a mi lado abnegadamente y creo que tiene un romance con mi tatuador, puesto que ya va por su segundo tatuaje… El dibujo lleva la rúbrica exclusiva del artista Ricky, que sólo la recibe los fines de semana en su piso. Por algo será, digo yo.

Mónica está esperando un segundo hijo. Además, su proyecto secreto la noche que fuimos niñeros José y yo era una cena con sus compañeras, algo que no quiere hacer cuando Juan está en la ciudad porque presume de mami intachable.

¡Ah!, y sus fiambreras de arroz al horno siguen siendo una delicia.

He vuelto a la psicóloga. Sí, es igualita a Paula en versión anciana, pero ya no me molesta. De alguna manera me siento culpable. Creo que le estaba haciendo daño a Paula también; ella qué culpa tiene de lo impresentable que es su novio.

Ahora siento hasta pena por los dos, que por cierto siguen juntos.

Y por último, soy feliz empezando a creer en las segundas oportunidades.

¡Viva el amor!