Él

Después de ver la peli y lavarme a conciencia los dientes, ya que llevaba restos de palomitas hasta en las encías, percibo el silbido que produce el móvil cuando me envían un mensaje. Lo cojo pensando en Irene, porque desde la boda no he sabido nada de ella. Pero no; es ÉL.

«He vuelto, princesa. ¿Nos vemos? Tengo algo para ti».

La misma mano de Hulk que atormentaba mi físico vuelve a apretar mi corazón para recordarme todo el dolor vivido.

Y la verdad es que me muero de ganas de verle, de abrazarle y de que me diga que se ha equivocado y que está arrepentido de todo.

Lamentablemente, hace tres largos años que sé lo que significa ese mensaje: ¿nos echamos un superpolvo? Él continúa mintiéndome como siempre con sus falsas promesas, y luego vuelve a casa con Paula, a su casa.

Y yo estoy cansada. No pasaré de nuevo por lo mismo. He comenzado una nueva vida. «¡Ommmm!», me recreo. He vuelto a empezar; he nacido otra vez en un cuerpo renovado.

A la mañana siguiente me acerco a la ventana para dejarme iluminar por el sol. Cada rayo que calienta mi piel me da la certeza de que hoy será un gran día. Miro el reloj y son las once. Cojo un zumo y salgo de casa.

Ya sé lo que voy a hacer. Lo necesito tanto…