Velozmente me pongo a escribir, una idea que me sugirió Mónica y también la psicóloga exprés.
Recuerdo que nadie me ha cantado el feliz cumpleaños y que ni siquiera lo he celebrado. Vamos, que te regalen unos pendientes y te follen mientras hablan con su verdadera novia no es el mayor de los logros.
Reflexionando más a fondo, caigo en la cuenta de que se ha terminado mi época de veinteañera; que ese dos por delante ya no me acompañará más. ¡Quiero gritar!
Ese cabrón me había quitado mis venti…
Enciendo un cigarrillo e intento rebuscar en mi interior alguna idea que me calme esta sed, hasta que por fin me digo: «Es ahora o nunca».
Me propongo realizar un sinfín de cosas antes de los treinta. Ya tengo la excusa perfecta, los motivos y una caducidad.
Sí, un año a lo loco, un año atrevido, sin pretextos ni miedos. Llegaré a los treinta renovada. ¿Cómo no se me había ocurrido antes?
Un torbellino de ideas me atropella. ¿Cómo empezar?
No haré la típica lista ni iré tachando lo conseguido. Al contrario, a medida que se me vayan ocurriendo aventuras, las anotaré.
Este mismo día empieza a contar.
¡Yupi!