Declaración

www.cenital.net, 2008

La humanidad es una bicicleta sin frenos sobre la que pedalea cuesta abajo un niño lelo.

Os han dicho que ésta es una crisis económica más y eso es lo que os habéis creído. Algunos ya estáis empezando a pensar que esto podría ser peor que la Gran Depresión, pero todos creéis que el lío se ha armado cuando algunos banqueros han pasado a prestarle dinero a gente que nunca podrá devolverlo; y ya está, eso es todo.

Pero… Un momento… ¿Bancos concediendo créditos hipotecarios a masivas cantidades de ciudadanos insolventes? ¿Eso tiene algún sentido? ¿Por qué iban a hacer algo así casi todas las entidades bancarias si su principal cometido es garantizar las ganancias? ¿No os resulta extraño? ¿Sospechoso, al menos?

Puede que os guste pensar que la tormenta pasará y todo volverá a ser como antes, o tal vez os cueste preguntaros qué es lo que podría esconderse tras esa cortina de humo. ¿Por qué habrán estado los bancos concediendo miles de hipotecas jugosas a sus peores clientes, a familias dotadas de empleos precarios? ¿Qué hizo que se desprendieran tan irresponsable y alegremente de su dinero unos analistas de riesgos financieros cuyo cometido y cuyo talento consistía precisamente en valorar la solvencia de los ciudadanos?

Si lo pensáis por un momento, veréis enseguida que hay algo feo ahí. Puede que sea poco más que avaricia. Un intento de la banca por controlar el mundo, suponiendo que no lleve años haciéndolo.

O puede que sea otra cosa.

Aquí, en Internet, ya hay gente que dice que todo es por el petróleo. Tenemos, al fin y al cabo, lo que los economistas llaman «una economía basada en el petróleo». Se hicieron varias chapuzas como la guerra de Irak para mantener el flujo de petróleo que requiere nuestra economía y ahora que vemos que la cosa ya no da para más, el sistema se resiente.

El sistema se resiente tanto que empieza a desprenderse de su dinero sin miramientos y a un ritmo demencial. Total, para lo que va a servir cuando el petróleo barato se le termine…

Porque lo cierto es que el chollo de la energía barata se nos va a acabar. Se va a terminar muy pronto y, en cuanto eso suceda, se desatará el caos, dado que en nuestro modelo de desarrollo no existe, a corto plazo, una alternativa al empleo de combustibles fósiles.

Las energías renovables no son ni serán capaces de competir pronto con el petróleo y sus amigos torpes, el gas natural y el carbón. Las centrales nucleares no son seguras. El mundo continúa globalizándose y creciendo sin querer saber nada en absoluto de la contención y del bajo consumo energético. China es ahora una potencia industrial repleta de ciudadanos que ya no quieren ir en bici, que sueñan con tener un coche como el vuestro. Y ya no trabajan en campos de arroz, sino en enormes fábricas repletas de maquinaria pesada que devora más y más petróleo. Lo mismo sucede en India y en Brasil, en las tres potencias emergentes. Todas reclaman carburantes fósiles, petróleo a espuertas. Y, tras setenta años quemándolo a todo tren, lo cierto es que ya no hay oro negro para todos.

Porque somos muchos, cada vez más.

Dentro de poco, de muy poco, cuando los combustibles baratos se nos terminen, cuando sus precios se disparen, cuando se nos agote la energía, nos encontraremos indefensos ante el mileurismo, el monstruoso endeudamiento a tipos de interés galopantes, la hiperinflación, el desempleo, la insolvencia de las entidades bancarias, la debilidad del dinero fiduciario… La economía pronto se habrá vuelto inoperante, pero eso nos dará igual, porque para entonces estaremos pendientes de la crisis hídrica que nos desertifica los campos, de la globalización de las plagas que los asolan, de la contaminación de los acuíferos que los nutrían y del agotamiento de los fosfatos y los sustratos que los fertilizan. El sector primario también anda inmerso en una grave crisis de sostenibilidad, pero eso no se aborda en los medios, a nadie le interesa oír que el sector agrario agoniza mientras los bancos hagan otro tanto.

Pero el dinero no se come.

Pronto descubriremos hasta qué punto el petróleo es vital para la agricultura. Hablo del gasóleo necesario para hacer funcionar a todo nuestro sobredimensionado ejército de cosechadoras, sistemas de riego, trilladoras, arados mecánicos, tractores, segadoras, fumigadoras, sembradoras, recolectoras, envasadoras… Bastará con que empiecen a escasear los combustibles baratos para que nuestra infraestructura vital, nuestros recursos agrarios, tan exhaustos, se encarezcan de repente. Y lo que el apagón energético nos traerá entonces no serán unas horas de racionamiento del suministro eléctrico ni más multinacionales en quiebra, sino la hambruna más grande de la historia.

Debemos asumirlo: las desgracias nunca llegan solas. Todos los puntos de apoyo del sistema se nos van abajo al mismo tiempo. Se avecina una terrible catástrofe maltusiana. Los tiroteos y el hambre vuelven a Europa, y esta vez están muy cabreados.

Haz acopio de alimentos, quien quiera que seas. Compra latas de vegetales en conserva, harinas envasadas al vacío, semillas y agua. Mucha agua.

La vas a necesitar, te lo aseguro.