SOBRE EL SENTIDO DE LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA
«Historia de la filosofía» significa libertad del espíritu. Quien sólo vive en su propio tiempo es fácilmente víctima de la moda, que también existe en filosofía, carece de experiencia intelectual y sucumbe a lo que es sólo de actualidad, capaz, sí, de cautivar, pero carente de permanencia. Mientras Haeckel estuvo en boga, sus Enigmas del mundo fascinaron a muchos espíritus y dieron al traste con más de una ideología. Hoy día bastan unos pocos pasajes de la obra de Haeckel para excitar la hilaridad de todo un auditorio. Lo mismo sucede con lo que el vitalismo tuvo de «moda», con Nietzsche, con el materialismo, el idealismo y todos los demás ismos.
Para formarse un juicio en este terreno y poder distinguir entre lo verdadero y lo falso precisa una visión de conjunto, tener posibilidades de comparar, de contemplar múltiples estratos en lugar de orientar la mirada en una dirección única. Pero sobre todo es necesario comprender profundamente nuestros conceptos y nuestros problemas en función de sus orígenes. Toda vida del espíritu ha ido creciendo, sus raíces se hunden profundamente en el pasado y reciben de él su significado secreto, que como una herencia compele nuestro pensamiento a tomar determinadas direcciones. Pero si la vida no puede desentenderse de la carga del pasado, el espíritu sí puede lograrlo, con tal que tenga arrestos para dirigir la mirada hacia sí mismo y comprender el hoy en función del ayer, no ya para aferrarse al ayer, sino para liberarse de él y al mismo tiempo de la fascinación de lo presente; sólo quien carezca de espíritu crítico considerará el presente como imagen de la cosa misma, siendo así que él es también historia y por tanto necesita de ésta para distinguir, por comparación, lo que es meramente histórico, y liberarse así de la historicidad. Vamos a dividir la historia de la filosofía en filosofía de la antigüedad, de la patrística y de la edad media, de la edad moderna y de la contemporánea.