LA FILOSOFÍA ESCOLÁSTICA
Escolástica, la época que va poco más o menos de Carlomagno hasta el Renacimiento, es un término cuya mejor traducción es: período de las escuelas. Enseñar y aprender gozaba entonces de gran predicamento. Un magister era más que hoy un magnate de la industria, un manuscrito se cotizaba más que las mejores marcas de coches. Era un tiempo de la ciencia y del espíritu, no técnico, sino metafísico. Contaba más el hombre que la máquina y que el dinero.
Las escuelas eran en un principio escuelas catedralicias y conventuales, luego fueron las universidades. Las escuelas conventuales, destinadas en principio a las vocaciones, tenían también su sección exterior, que solía ser frecuentada por la nobleza y así transmitía también a la poesía cortesana la cultura antigua y cristiana. La base de las escuelas medievales era la enseñanza de las llamadas siete artes liberales. Se dividían en el trivium (gramática, dialéctica, retórica) y el quadrivium (aritmética, geometría, música y astronomía). El plan era laxo; así, por ejemplo, en la retórica se podía incluir la ética. En cuanto al contenido se atendía en ella al esquema platónico de las cuatro virtudes cardinales, que se tomaba de Apuleyo o de Macrobio, de Cicerón o de san Agustín. La organización de la enseñanza en las escuelas superiores de la edad media comprendía la lectio y la disputatio, que correspondían en cierto modo a nuestro sistema actual de clases y ejercicios prácticos o seminarios. Esto dio lugar con toda naturalidad a determinadas formas literarias: las Sumas, los Comentarios y las Quaestiones disputatae. El método que entonces se seguía estaba marcadamente inspirado por la idea de autoridad, es decir, seguía la Biblia, las decisiones del magisterio eclesiástico y los dichos de grandes pensadores, teólogos y filósofos, como san Agustín, Aristóteles, Averroes. No obstante, como con frecuencia se contradecían las autoridades, había que comenzar a pensar; por esta razón no dominaba menos la tendencia del pensar racional y se procedía marcadamente en sentido de la lógica formal, sobre todo por medio del silogismo. Precisamente por eso se gustaba de la discusión y de la dialéctica.