Escuche esto: ¡le dará una idea de lo que es la ópera del espacio!

«Por la noche, cuando las discordias y las armonías de la humanidad se han aquietado, durante la mayor parte de doce horas, por regla general, nada atenúa el soplo con lo que infinitamente grande, el universo estelar, martillea lo infinitamente pequeño, la mente del espectador; y eso fue lo que ocurrió. Habiéndose acercado a la inmensidad más que sus compañeros, percibieron de repente su belleza y su horror. Cada vez se les hacía más patente el contraste entre su pequeñez y la inmensidad de las grandes magnitudes por las que temerariamente se habían lanzado, hasta sentirse oprimidos por la presencia de una vastedad de la cual no alcanzaban a hacerse idea y que flotaba a su alrededor igual que una pesadilla».

Belleza y horror, vastedad y pesadilla… Los ingredientes esenciales de la ópera del espacio. De hecho, la cita procede de Two on a Tower, un cuento escrito por uno de los más grandes novelistas Victorianos, Thomas Hardy. Hardy dice de su novela que fue «el resultado del deseo de reflejar la historia sentimental de dos vidas infinitesimales sobre el estupendo fondo del universo estelar». Sin duda, un impulso similar ha movido a muchos escritores de ópera del espacio.

Pero hay otro elemento fundamental en la ópera del espacio: el escapismo. Sin que importe si ha podido o no suceder, la acción no se produce aquí y ahora, sino más bien en alguno de los azules más allá del espacio, el tiempo y la eternidad.

La ópera del espacio nació, esencialmente, en las revistas para masas, floreció en ellas y en ellas murió. Todavía se sigue escribiendo, aunque principalmente lo hacen los autores que deben su inspiración e impulso a dichas revistas. He prescindido de estos autores —ellos pueden hablar por sí mismos— y he basado esta antología en historias olvidadas que, como un arqueólogo, he desenterrado de revistas que desaparecieron… lo que tal vez sea otra forma de escapismo.

La única excepción a esta regla que yo mismo me impuse, reside en la historia que abre esta primera parte, «Zirn indefenso…». Esta reciente parodia amorosa de Robert Sheckley, compendia el tono y contenido de la ópera del espacio. En el relato aparecen las razas extrañas, la atmósfera agridulce de la melancolía… Sheckley nos coloca en el estado de ánimo adecuado para soportar todo lo que va a seguir.

Y lo que sigue en esta primera parte tiene por objeto poner más de relieve las características sobresalientes del género.

Detrás del escrito más reciente sigue, en el libro, el más antiguo. «Luna de miel en el espacio» de George Griffith, se publicó en 1900, en forma seriada, en Pearson’s Magazine. El conde de Redgrave, Rollo Lenox Smeaton Aubrey, se ha casado con la encantadora dama americana Lilla Zaidie; pasan su luna de miel alrededor del sistema solar, en el Astronef, que emplea la fuerza anti-gravitacional y es pilotado por un viejo ingeniero de Yorkshire llamado Murgatroyd. Aquí se ofrece el relato de su aterrizaje en Venus, la Estrella del Amor, y de cómo se cantó allí el Home, sweet Home. Nunca volverán las cosas a ser tan pacíficas en Venus.

Sin pérdida de tiempo, Donald Wandrei nos transporta al verdadero terreno de la ópera del espacio, más allá de los límites del sistema solar, más allá del tiempo presente, con sus pequeñas esperanzas y temores. Leí este cuento como un chiquillo cuando me regalaron (era uno de aquellos volúmenes que, al igual que Complete Short Stories of Saki, constituían All the Difference) Modem Tales of Horror, una espléndida colección seleccionada por Dashiell Hammett. La esperanza del universo se cifraba en el Cerebro Rojo… Eso es precisamente lo que uno desea escuchar cuando le persiguen padres, profesores y hermanos mayores.

En una de las contribuciones más extensas, Daniel Galouye nos recuerda que la ópera del espacio no debe situarse necesariamente en otra galaxia, a condición de que incluya una amenaza mayor que cualquier galaxia.

«Esta cosa —esta inteligencia que hay en tu interior— es la única cosa que realmente existe. No existe nada más. Ni siquiera el espacio, ni siquiera el tiempo, ni siquiera la materia. Solamente este intelecto; ¡ese intangible, incorpóreo poder de razonar es real! ¡Ése y sólo ése es el universo, todo el universo!»

Entra Obispo Berkeley, ¡todo ha sido perdonado!

Galouye empieza con una situación soberbiamente paranoica y concluye con un impresionante melodrama. «Esta noche se desplomará el firmamento» es, incidentalmente, una de las primeras obras de este autor; después ha escrito muchas novelas de éxito, entre ellas dos descripciones de pesadilla universal: Dark Universe y Counterfeit World. En dichas novelas, lo mismo que en esta larga historia, nos deja con el pensamiento turbador que también parece flotar en la atmósfera del Palacio Jen-ghik envuelto en llamas, en la fábula de Sheckley: ¿es todo solamente ilusión? La gran aventura épica constituye una noble tradición en la ciencia ficción. Iniciada, tal vez, con Edgar Rice Burroughs, prosigue a través del amplio panorama de la épica del espacio de E. E. Smith, PhD., continúa con Jack Williamson e incluye al joven John W. Campbell Jr. Posteriormente se la ha bautizado con el nombre de «espadas y brujería», pero no es sino la última variedad adoptada por la permanente tradición épica. Dejo constancia histórica de todo ello porque, aquí, ese escritor extremadamente fino que es Robert Sheckley y que con tanta agudeza emplea su máquina de escribir, ha puesto punto final a la hasta hoy inacabable saga, escribiendo la palabra finis en el último de esos gruesos volúmenes y dando muerte definitivamente a toda la literatura. Siga leyendo… ¡si se atreve!