[1] «Impresiones maternales», 1996, p. 1.466 (publicado originalmente en 1896).<<

[2] Guisewite, 1994.<<

[3] Los datos han sido resumidos por Grilo & Pogue-Geile, 1991.<<

[4] Lykken, McGue, Tellegen & Bouchard, 1992.<<

[5] Amy y Beth (nombres fingidos): Lykken y otros, 1992.<<

[6] Dickens, 1990 (publicado originalmente en 1838).<<

[7] Lykken, 1995; Mealey, 1995.<<

[8] Patterson & Bank, 1989.<<

[9] Dishion, Duncan, Eddy, Fagot & Fetrow, 1994.<<

[10] Hartshorne & May, 1928.<<

[11] Mi descripción de la personalidad de Oliver está basada en el libro; nunca he visto la obra de teatro ni ninguna película. Dickens dijo que Oliver era «un chico de noble naturaleza y un cálido corazón» (1990, p. 314). Él describe al chico «temblando de los pies a la cabeza ante el mero recuerdo de la voz del señor Bumble» (p. 35).<<

[12] Mednick, Gabrielli & Hutchings, 1987.<<

[13] Gottfredson & Hirschi, 1990.<<

[14] Rowe, Rodgers & Meseck-Bushey, 1992; Rowe & Waldman, 1993.<<

[15] Moffitt, 1993.<<

[16] Murphy, 1976, citado en Lykken, 1995.<<

[17] Buss, 1994, pp. 49-50.<<

[18] McLanahan & Sabdefur, 1994, p. 1 (en cursivas en el original). La decisión de separarse, p. 3.<<

[19] Cosas que no importan: McLanahan & Sandefur, 1994. Control de las diferencias raciales y de clase social. Contacto frecuente con el padre, p. 98. (Cursivas en el original.)<<

[20] McLanahan, 1994, p. 51; Krantz, 1989.<<

[21] Madres solteras pobres: Crosserre, 1996; McLanahan & Booth, 1989. El lugar del niño entre sus compañeros: Adler, Kless & Adler, 1992. Si las carencias económicas fueran tantas como para imposibilitar que el niño pueda comer, podrían poner en peligro su crecimiento, su vitalidad e incluso su inteligencia. Sin embargo, ese grado de privación no parece ser común en Estados Unidos, a juzgar por las estadísticas sobre los embarazos de adolescentes. La malnutrición retrasa la maduración sexual y disminuye la fertilidad.<<

[22] Ambert, 1997, pp. 97-98.<<

[23] Zimmerman, Salem & Matón, 1995, p. 1.607.<<

[24] El mismo resultado ha sido descubierto por Chan, Raboy & Patterson, 1998, dentro de un grupo económico próspero.<<

[25] McLanahan & Sandefur, 1994.<<

[26] Consecuencias de los traslados: el rechazo de los compañeros, Vernberg, 1990. Problemas de conducta, Wood, Halfon, Scarlata, Newacheck & Nessim, 1993. Problemas académicos, Eckenrode, Rowe, Laird & Brathwaite, 1995.<<

[27] Hijos del divorcio: Wallerstein & Kelly, 1980; Wallerstein & Blakeslee, 1989. El niño de ocho años: Santrock & Tracy, 1978.<<

[28] Chase-Lansdale, Cherlin & Kiernan, 1995, pp. 1.618-1.619.<<

[29] La decisión de separarse: McLanahan & Sandefur, 1994, p. 3.<<

[30] McGue & Lykken, 1992.<<

[31] McGue & Lykken, 1992. Los sujetos del estudio iban desde los treinta y cuatro a los cincuenta y tres años.<<

[32] Jockin, McGue & Lykken, 1996, concluyen: «Así pues, la personalidad predice los riesgos de divorcio, y lo hace más específicamente en función de la genética que no de las influencias del entorno que comparten» (p. 296).<<

[33] Caspi, 1998; Gottesman, Goldsmith & Carey, 1997. El estudio sobre la conducta delictiva de los niños adoptados en Dinamarca (Mednick y otros, 1987) indicaba que los hombres con tendencias antisociales eran más proclives a tener hijos a los que o no deseaban o no sabían criar. Por razones genéticas, los descendientes de tales hombres estaban más inclinados a tener tendencias antisociales. Vistas en conjunto, esas observaciones pueden explicar por qué es más probable que los chicos sin padre cometan delitos (véase Popenoe, 1996).<<

[34] La conducta problemática precede al divorcio: Block, Block & Gjerde, 1986, divorcio, personalidad antisocial y trastornos de conducta: Lahey, Hartdagen, Frick, McBurnett, Connor & Hynd, 1988.<<

[35] Glick, 1988.<<

[36] D. G. Myers, comunicación personal, 2 de febrero de 1998.<<

[37] Daly & Wilson, 1996.<<

[38] Pinker, 1997.<<

[39] Kagan, 1994. Véanse mis comentarios sobre Hetherington & Clingemped, 1992, en la nota 45 (pp. 110-111) del capítulo 4.<<

[40] Straus, Sugarman & Giles-Slims, 1997.<<

[41] Gilbert, 1997.<<

[42] Coulton, Korbin, Su & Chow, 1995; Deater-Deckard, Dodge, Bates & Pettit, 1996; Dodge, Pettit & Bates, 1994b; Kelley & Tseng, 1992.<<

[43] Chao, 1994.<<

[44] Straus y otros, 1997, p. 761.<<

[45] Extracto en el JAMA: 12 de noviembre de 1997, vol. 278, p. 1.470. Escogido por la AP: Coleman, 1997. Las afirmaciones parecen infundadas: Gunnoe & Mariner, 1997, p. 768.<<

[46] Eich, Macaulay, Lowenstein & Dihle, 1997.<<

[47] Los chicos de los que se ha abusado son más agresivos: Dodge, Bates & Pedtit, 1990; Malinowsky, Rummell & Hansen, 1993. Problemas con la amistad: Dodge, Pettit & Bates, 1994a. Problemas con las tareas escolares: Perez & Widom, 1994. Abusar de sus propios hijos: Wolfe, 1985.<<

[48] Una excepción es Rothbaum & Weisz (1994), quienes discutieron tanto los efectos genéticos como los efectos de los hijos sobre los padres en su revisión de los métodos de crianza usados por los padres.<<

[49] Plomin, Owen & McGuffin, 1994.<<

[50] Vasta, 1982.<<

[51] Los niños de los que se ha abusado y sus compañeros: Ladd, 1992.<<

[52] El abuso de los compañeros: Ambert, 1994a, p. 121; 1997, p. 99. Los porcentajes pertenecen a la última tanda de autobiografías analizadas, reunidas en 1989. Véase también Kochenderfer & Lad, 1996. <<

[53] Eckenrode y otros, 1995.<<

[54] Un control razonable: Smolowe, 1996. Encadenado al radiador: Gibbs, 1991.<<

[55] Myers, 1982.<<

[56] Baumrind, 1967.<<

[57] Lo que dicen los propios padres: Smetana, 1995. La escasa ventaja de los padres ni demasiado duros ni demasiado blandos: Weiss & Schwarz, 1996. Esos investigadores definen seis tipos de paternidad; los hijos de padres «autoritarios» no tienen significativamente mejores personalidades o menos problemas. Los hijos de los «no comprometidos» y de «directivas autoritarias» puntuaron más bajo, pero las diferencias eran muy pequeñas.<<

[58] Gardner, 1983. Las puntuaciones en diferentes tests están correlacionadas; D. Seleigman, 1992.<<

[59] Todo está relacionado: Cohén, 1994, p. 10. Quince puntos y 105 correlaciones. Como muchos de los puntos no permitían respuestas numéricas, los investigadores usaron tests tipo chisquares. El trabajo fue realizado por Meehl & Lykken y se recogió en Cohén, 1994.<<

[60] Foreman, 1997. Conexión paterno-familiar: Resnick y otros, 1997.<<

[61] Carlson, 1997.<<

[62] Caspi y otros, 1997.<<

[63] Bradshaw, 1988; Forward, 1989.<<

[64] Por ejemplo, Dawes, 1994; M. Seligman, 1994.<<

[65] Felicidad e infelicidad: Myers, 1992. Depresión y memoria: Dawes, 1994, pp. 211-216. Los recuerdos de los mellizos: Hur & Bouchard, 1995. Las influencias genéticas sobre la felicidad: Lykken & Tellegen, 1996.<<