[1] Golding, 1954.<<

[2] Whiting & Edwards, 1988.<<

[3] Puntos de vista antibelicistas: Montagu, 1976. Un grupo de niños británicos: Golding, 1954, p. 242.<<

[4] Darwin, 1871, pp. 480-481. (Cursivas añadidas.)<<

[5] Sherif, Harvey, White, Hood & Sherif, 1961.<<

[6] Sherif y otros, 1961, p. 78.<<

[7] Tajfel, 1970, p. 96.<<

[8] Sherif y otros, 1961, p. 76.<<

[9] Golding, 1954, p. 18.<<

[10] Glyn, 1970; Hibbert, 1987.<<

[11] Sherif y otros, 1961, p. 104.<<

[12] Hayakawa, 1964, p. 216.<<

[13] Las ventajas de la categorización: Pinker, 1997. Los peligros de la categorización: Hayakawa, 1964, p. 220<<

[14] Pinker, 1994; Rosch, 1978.<<

[15] Roitblat & Von Fersen, 1992; Wasserman, 1993.<<

[16] Los bebés de tres meses pueden clasificar en categorías: Eimas & Quinn, 1994. Los bebés pueden formarse conceptos: Mandler, 1992. Un subestimador de los bebés: Piaget, 1952.<<

[17] Las habilidades categorizadoras de los bebés: Eimas & Quinn, 1994; Mandler & McDonough, 1993; Levy & Haaf, 1994; Leinbach & Fagot, 1993. Las diferencias faciales entre adultos y niños: Bigelow, MacLean, Wood & Smith, 1990; Brooks & Lewis, 1976.<<

[18] Fiske, 1992.<<

[19] Hayakawa, 1964, p. 217.<<

[20] Krueger, 1992; Krueger & Clement, 1994.<<

[21] Wilder, 1986.<<

[22] Fine, 1986.<<

[23] Sherif y otros, 1961, p. 106.<<

[24] El clavo que despunta; WuDunn, 1996. Los adolescentes no se sienten empujados a conformarse al grupo: Lightfoot, 1992.<<

[25] Asch, 1987, pp. 462,464 (originalmente publicado en 1952).<<

[26] Stone & Church, 1957, p. 207.<<

[27] Sherif y otros, 1961, p. 78. El mote «nudista», p. 92.<<

[28] Diamond, 1992a, p. 107.<<

[29] «El esfuerzo baldío por reintroducir los loros de pico grueso en Arizona», 1995.<<

[30] Turner, 1987.<<

[31] Tbrner, 1987.<<

[32] Dawkins, 1976.<<

[33] Pfennig & Sherman, 1995.<<

[34] Bem, 1996.<<

[35] Diamond, 1992b, p. 102; O’Leary & Smith, 1991.<<

[36] Segal, 1993.<<

[37] Goodall, 1988.<<

[38] Turner, 1987.<<

[39] Turner (1987) no ha resuelto completamente el problema, porque su respuesta no explica por qué dividimos a la gente en las categorías sociales particulares que son relevantes para nosotros. ¿Por qué no la gente con pecas frente a los que no las tienen? ¿O gentes de nombre largo contra las de nombre corto? Teóricamente son inacabables los modos como podemos clasificar a los demás y a nosotros mismos. Pinker (1994, pp. 416-417) ha discutido este problema fijándose en la «semejanza» y ha llegado a la conclusión de que nuestro sentido de la semejanza debe ser innato. Lo mismo debe ser verdad de las categorías sociales: nos sentimos inclinados a clasificar a las personas de ciertas maneras, especialmente por la edad y el sexo.<<

[40] El grupo como referencia: Shibutani, 1955. El grupo psicológico: Turner, 1987, pp. 1-2.<<

[41] De Waal, 1989, p. 267.<<

[42] De Waal, 1989, p. 267.<<

[43] Eibl-Eibesfeldt, 1989, p. 596.<<

[44] Wilder, 1971 (originalmente publicado en 1935).<<

[45] Turner, 1987, pp. 1-2.<<

[46] Einstein, 1991, p. 40 (originalmente publicado en 1950).<<