[1] Kellogg, 1933, pp. 69,149.<<

[2] Kellogg & Kellogg, 1933.<<

[3] De Waal, 1989, p. 36.<<

[4] Fenson, Dale, Reznick, Bates, Thal & Pethick, 1994.<<

[5] Astington, 1993; Leslie, 1994; Perner, 1991; Wellman, 1990. Fueron-Premack & Woodruf quienes inventaron ese término, que utilizaron para despertar ciertas cuestiones interesantes acerca de la cognición de los chimpancés.<<

[6] Klinnert, 1984; Sorce, Emde, Campos & Klinnert, 1985. Reacción a un extraño; Eibl-Eibesfeldt, 1995.<<

[7] Señalar entre los humanos: Baron-Cohen, Campbell, Karmiloff-Smith, Grant & Walker, 1995. En los monos: Tomasello, 1995.<<

[8] Reacción de un mono ante un objeto: Terrace, 1985, p. 1.002. Terrace llega a la conclusión de que los chimpancés pueden aprender a usar signos lingüísticos, palabras, pero que no pueden producir genuinos mensajes lingüísticos, frases.<<

[9] Adivinaciones: Baron-Cohen y otros, 1995. Ceguera mental: Baron-Cohen, 1995.<<

[10] Karmiloff-Smith, Klima, Bellugi, Grant & Baron-Cohen, 1995.<<

[11] Goodall, 1986.<<

[12] El vencedor garantiza el perdón: De Waal, 1989. Los machos pueden intentar monopolizar a una hembra: Wrangham & Peterson, 1996. Los machos van por turno: Goodall, 1986, p. 443.<<

[13] Goodall, 1988, p. 222. Goodall dice: «Hugo y yo nos acercamos al lisiado. Para nuestro alivio, el macho expuesto se dio media vuelta». (Hugo van Lawick era el fotógrafo que hizo las magníficas fotos del libro de Goodall.)<<

[14] «Nosotros» contra «ellos» en los chimpancés: Russell, 1993. No completamente extraños: Goodall, 1986, p. 331.<<

[15] Goodall, 1986, p. 506.<<

[16] Josué, 6, pp. 22-25.<<

[17] Montagu, 1976, p. 59. Él cita a Julien Huxley sobre la palabra instinto: Pinker, 1994.<<

[18] Goodall, 1986, p. 531.<<

[19] Darwin, 1871, p. 480.<<

[20] Las pruebas paleontológicas de la guerra: Keely, 1996. Nuestra herencia prehumana: Diamond, 1992b, p. 297.<<

[21] Wrangham & Peterson, 1996.<<

[22] Diamond, 1992b, p. 294.<<

[23] Darwin, 1871, p. 481.<<

[24] Según la teoría del parentesco, sí que tiene sentido que un hombre sacrifique su vida si con ese acto puede salvar a dos de sus hijos o hermanos (con los que comparte el 50% de sus genes) o a más de ocho de sus primos (con los que comparte un 12,5%). Véase Pinker, 1997, pp. 398-402.<<

[25] Dawkins, 1976, p. 3.<<

[26] La evolución de los detectores de engaños: Cosmides & Tooby, 1992; Pinker, 1997, pp. 403-405.<<

[27] Goodall, 1986, p. 531.<<

[28] El arco temporal ofrecido aquí es bastante aproximado y se basa en mis lecturas paleoantropológicas. Cuando digo «seis millones de años», por ejemplo, lo que quiero decir es «seis millones de años, dos millones arriba, dos millones abajo». La teoría de la evolución homínida recontada aquí es aquella que, a mi juicio, mejor encaja en los datos de que disponemos.<<

[29] Diamond, 1992b.<<

[30] Holden, 1995.<<

[31] El gran salto adelante: Diamond, 1992b, p. 32. El despegue cultural: M. Harris, 1989, p. 64.<<

[32] Citado en De Waal, 1989, p. 247.<<

[33] Josué, 10, pp. 24-26.<<

[34] Eibl-Eibesfeldt, 1989, p. 323.<<

[35] Eibl-Eibesfeldt, 1995, p. 256.<<

[36] Gould, 1980.<<

[37] Parker, 1996.<<

[38] Eibl-Eibesfeldt, 1995, p. 260-261.<<

[39] Diamond, 1992b, p. 43.<<

[40] Josué, 8, pp. 1-29.<<

[41] Dunbar, 1993.<<

[42] Josué, 5, p. 13.<<

[43] Goodall, 1986, p. 579.<<

[44] De Waal, 1989, p. 43.<<

[45] Povinelli & Eddy, 1996.<<

[46] Caporael, 1986.<<

[47] Preston, 1994.<<

[48] Rowe, 1994.<<

[49] Chagnon, 1992, p. 177.<<

[50] Trivers, 1985, p. 159.<<

[51] El alcatraz de pies azules: Sulloway, 1996, p. 61.<<

[52] Los chimpancés hermanos: Goodall, 1986, pp. 176-177.<<