Me pregunto adónde va la gente cuando muere. Porque tienen que ir a alguna parte, ¿no?
Es decir, que sería raro pensar que la señora Greenberg no esté en ninguna parte. Eso sería demasiado triste.
Así que he decidido que aún sigue por ahí, en algún sitio. He decidido que puedo pensar lo que quiera sobre este tema, porque me he dado cuenta de que cada persona tiene una opinión diferente. Así que supongo que cada uno puede pensar lo que quiera.
Claro que eso significa que tendré que cuidar muy bien del jardín. ¡Y de los gatos! ¡Ostras! Menos mal que se me ha ocurrido. Alguien va a tener que seguir dando comida a todos esos gatos callejeros. No sé cuánto debe de costar la comida de gato.
Bueno, en verdad, aunque piense así, no deja de ser triste.