Fragmento 117

[191] No lo serían. La entrada de Rumanía en la guerra se convertiría más bien en una carga para la Entente, en especial para Rusia, que a la larga tuvo que enviar gran número de tropas hacia el sur en un intento costoso y singularmente vano de ayudar a sus recién llegados aliados. La potencia del ejército rumano era impresionante, en teoría. Bien es verdad que se había ganado cierta reputación durante las dos guerras balcánicas que se libraron entre 1912 y 1913, pero ésta resultó ser bastante infundada. Su equipamiento era defectuoso u obsoleto. Gran parte de los soldados vestían bonitos y vistosos uniformes de corte decimonónico, y el cuerpo de mando era débil, inexperto y se reconcentraba con frecuencia en asuntos irrelevantes. Una de las primeras medidas que se tomaron dentro del ejército rumano tras la movilización fue emitir una orden según la cual solo los oficiales de rango superior al de comandante tenían derecho a llevar visera en campaña. La entrada de Portugal en la guerra, que ocurrió en marzo de este año, tampoco supuso ningún refuerzo, medible o notable, para la Entente. <<

[192] En última instancia la operación fue, al igual que la ofensiva británica en el frente del Somme, una respuesta la llamada de socorro de unos aliados en apuros. Los franceses estaban muy acosados en Verdún, los italianos en la meseta de Asiago. Cuando Brusilov aceptó las peticiones de sus superiores y se ofreció, exigiendo un número muy modesto de refuerzos, a poner en marcha una ofensiva general, hubo colegas que sacudieron la cabeza con incredulidad. Menuda locura. Cualquiera sabe que una ofensiva requiere una supremacía masiva de efectivos, ejercer el control del espacio aéreo, millones de granadas, etcétera, etcétera. <<

[193] En realidad, las batallas no eran tanto una competición entre las trincheras y las ametralladoras de los defensores por un lado y las tropas de asalto y la artillería de los atacantes por el otro, como entre las fuerzas de reserva de los defensores. Estas fuerzas debían poder alcanzar rápidamente por la posición amenazada trasladándose por ferrocarril, por las vanguardias de los atacantes, que reptaban lentamente hacia delante, y de su artillería, que iba siempre muy a la zaga, ya que solía tener grandes problemas para desplazarse por el terreno que ella misma y con tanto éxito acababa de volar en pedazos. <<

[194] Por supuesto, también influyó el hecho de que Brusilov atacaba al ejército austrohúngaro, que para aquel entonces estaba sumido en una «apatía e incompetencia semejantes a las de la Casa de Austria española» (para citar a Norman Stone). Y también a que la red ferroviaria estaba mucho menos desarrollada y el volumen de tropas era mucho menor aquí que en el frente occidental. (Lo cual explica en gran parte por qué la guerra en el frente oriental fue, por lo general, mucho más móvil). En efecto, muchas de las divisiones de las Potencias Centrales pasaron casi todo el tiempo en los trenes, rebotando de una posición amenazada a otra por la indecisión de los mandos —algo que, sin ir más lejos, también Lobanov-Rostovski vivió durante la ofensiva de febrero del año anterior—. Además, muchas de las compañías alemanas o austrohúngaras llegaban agotadas y diezmadas directamente provenientes del hervidero de Verdún o de los duros combates de la meseta de Asiago. <<

[195] Si es que algo de tan mortífero efecto puede calificarse de infantil. <<

Fragmento 118

[196] Algunos ejemplos tomados precisamente de esta época: Se prohíbe un artículo con el titular «No estamos vencidos», en otro, el dato de que hasta la fecha son 500 000 los franceses caídos en la guerra. Lo mismo ocurre con la insinuación de que los países de la Entente son los que saldrían más favorecidos en caso de prolongarse la guerra, amén del dato sobre la gran cantidad de niños de pecho muertos durante el conflicto bélico en Rumanía. Cualquier aproximación al debate sobre los pacifistas alemanes está prohibida. Únicamente se citan las publicaciones germanas más nacionalistas e intolerantes, con lo cual se difunde la idea de que sus opiniones son las del común de los alemanes. Al filme documental oficial británico sobre la batalla del Somme, que acaba de mostrarse en Francia, se le cortan varias escenas, entre otras la más famosa, en la que se ve un grupo de soldados surgiendo de una trinchera en medio de un asalto y uno de ellos cae de espaldas, muerto. (De paso cabe decir que es muy probable que esa escena estuviera arreglada). <<

Fragmento 120

[197] Del tono de disculpa podría inferirse que Sulzbach también alude a relaciones sexuales esporádicas; sin embargo, solo son conjeturas. <<

Fragmento 121

[198] La fecha es algo incierta. También podría ser un día o dos antes. <<

Fragmento 123

[199] Éste es el principal motivo por el cual los soldados destinados al frente de todas las nacionalidades sienten una mezcla tan fuerte de asco y odio contra las ratas de las trincheras: dichos roedores viven de los cadáveres, y viven bien: son anormalmente grandes. Existen dos métodos para determinar cuánto tiempo lleva muerto un cuerpo, o bien observando su grado de descomposición o bien cuán roído está por las ratas. Estos dos procesos de desintegración compiten entre sí, y con frecuencia son las ratas las que salen ganando. <<

Fragmento 125

[200] El dinero no les interesa. De papel moneda alemán que no vale para nada ya tienen en demasía. <<

[201] Es posible que Buchanan se refiera a la situación bélica, o puede que al paisaje. Precisamente este fragmento suyo contiene varios pasajes turbios. Es muy probable que haya sido escrito bajo los efectos de la fiebre. <<

Fragmento 126

[202] Como bien ha mostrado Iain Gately, antes de la guerra se empezó a ver una progresiva restricción del consumo de tabaco, pero la contienda truncó este incipiente cambio de actitud. Durante los años 1914-1918 se fumó copiosamente, y el tabaco formó parte de las raciones básicas de los soldados desde un principio. En 1914 los soldados británicos recibían unos 50 gramos de tabaco a la semana, mientras que a sus adversarios alemanes les daban dos cigarros o cigarrillos al día. (En la Armada británica la cantidad de tabaco asignada era el doble de la que se distribuía en el ejército. Si lo mismo ocurría en la Marina alemana se explicaría que Stumpf padeciera tantas molestias). El tabaco en sus diversas formas también se incluía regularmente en los paquetes que enviaban las organizaciones de ayuda humanitaria y los familiares. La causa de la popularidad del consumo de tabaco —que aparte del constante temor a que faltase se expresaba, por ejemplo, en los elogios a su uso que se publicaban periódicamente en la revista del soldado francesa La Baïonnette— probablemente se deba a una combinación de factores. El efecto ligeramente narcótico del mismo junto con el hecho de que otorga algo con lo que estar ocupado en situaciones apuradas consiguió seguramente reducir el nerviosismo de muchos. Igual de importante, especialmente por parte de aquéllos que dirigían los ejércitos, fue que el tabaco también mitiga el hambre. Un tercer factor consistía en que el humo ayudaba a soportar el hedor de la putrefacción; ocurría que unidades destinadas a trincheras en las que había un número anormalmente elevado de cadáveres en descomposición obtenían raciones extra de tabaco. <<

[203] Precisamente, el U-53 ha llegado tan lejos como a Estados Unidos y hasta ha fondeado en Rhode Island. Por esta época Estados Unidos todavía es un país neutral. La idea era que escoltara al gigantesco submarino mercante Bremen, que había sido enviado a Estados Unidos para buscar materia prima de valor estratégico, pero al desaparecer aquel durante su travesía atlántica al U-53 no le quedó otra opción que poner rumbo a casa. Durante el viaje de vuelta torpedeó cinco buques. Por otra parte, la Marina alemana disponía de siete enormes submarinos mercantes del tipo Bremen, destinados justamente a transportar mercancías importantes. Durante la guerra, a medida que se cayó en la cuenta de la efectividad del submarino como arma, Alemania construye y produce varios tipos de submarinos, aparte de los submarinos de caza corrientes, entre otros los UB, embarcaciones más pequeñas destinadas a servir en zonas costeras, y los UC, pequeñas embarcaciones destinadas principalmente a la colocación de minas. <<

Fragmento 130

[204] Otro testigo presencial afirma que el árbol era un tamarindo. <<

Fragmento 131

[205] La cocaína tuvo su periodo de esplendor en Europa precisamente a comienzos del siglo XX, cuando en muchos lugares todavía se podía comprar abiertamente sobre el mostrador, sin necesidad de receta médica ni otras molestias. (También la calidad era buena, ya que la cocaína era producida a gran escala por diversos colosos de la industria farmacéutica, como Merck). Además, se podía adquirir en ampollas inyectables o en grageas. El elemento activo también se encontraba en productos específicos como el vino, el té y los refrescos (al menos hasta 1902, año en que Coca-Cola retiró hasta la última pizca de cocaína de su famoso refresco, en parte debido a que se difundió un bulo racista que hizo cundir el pánico sosteniendo que la bebida inducía a los hombres negros a abusar sexualmente de las mujeres blancas). En los años anteriores a la Primera Guerra Mundial, los problemas derivados del consumo de cocaína se habían hecho tan patentes que las restricciones —por ejemplo, el requisito de una prescripción facultativa— se introdujo en la mayoría de los países. Con todo, durante la guerra la cocaína fue una droga socialmente aceptada. En París se podía comprar de forma más o menos abierta en los cafés, y se cuenta de un club nocturno del Londres de 1916 que algunas noches la cantidad de paquetes de cocaína que se recogía en los servicios era tan grande como para llenar dos cubos. Lo que preocupaba a las autoridades inglesas era que había dos grupos considerados especialmente proclives al consumo de esta droga, a saber, las prostitutas y los soldados. (El hecho de que la producción de cocaína estuviera casi exclusivamente en manos de empresas alemanas se consideró una circunstancia singularmente agravante, insinuándose la existencia de malintencionadas intrigas). En mayo de 1916 la dirección del ejército británico introdujo nuevas y más duras restricciones para impedir que los militares adquiriesen cocaína (además de morfina, opio, cáñamo y una larga serie de drogas populares). Una obra que describe de forma literaria una tal drogadicción en la Rusia imperial es Novela con cocaína, escrita por M. Aguéev, un pseudónimo, que a todas luces se basa en experiencias propias. <<

[206] Hoy más conocido como la ruleta rusa. <<

Fragmento 132

[207] La propuesta de Bethmann Hollweg, una de las oportunidades desperdiciadas de la guerra, surgió en parte como reconocimiento de que las posibilidades de que el Imperio Alemán saliese victorioso por méritos propios se habían reducido, y esto pese a que, en apariencia, había salido fortalecido tras la victoria sobre Rumanía y la malograda ofensiva británica en el Somme; por otra, hay que considerarla un desesperado intento de poner trabas a la idea favorita de los halcones alemanes y mandos militares, es decir, el plan de una guerra submarina sin restricciones, que según temía el canciller alemán —y otros muchos con él—, arrastraría a Estados Unidos a entrar en el conflicto. La propuesta de Bethmann Hollweg, no obstante, es de una naturaleza vaga; no formula ninguna condición y no promete nada, y aún menos deja salir a Bélgica indemne de la guerra. Tampoco es ésta la primera propuesta de paz alemana. Una primera intentona tuvo lugar ya en 1915, dirigida entonces a Rusia. Pero como París y Londres tenían mucho más que ofrecer que Berlín —¡nada menos que Constantinopla!—, en Petrogrado la propuesta fue recibida con poco más que silencio. <<

[208] También en Alemania existe una opinión ruidosa e influyente que rechaza cualquier posibilidad de llegar a un compromiso y que, entre otras cosas, considera incuestionable que Bélgica, de un modo u otro, continúe siendo alemana. Estas personas también dan por sentada la expansión colonial del Imperio Alemán. <<

Fragmento 134

[209] De los soldados comunes que cayeron presos tras la capitulación en Kut al-Amara morirá el 70 por ciento, una cifras que se sitúa al mismo nivel que las de los peores campos de trabajo nazis y soviéticos. <<

Fragmento 135

[210] Una curiosidad histórica: una vez puestos en tierra resultó que estos desechados cañones de 8,8 cm prestaban un excelente servicio en calidad de piezas antiaéreas, y a partir de ellos se construyeron lo que con el tiempo se convirtió en el cañón más temido de la Segunda Guerra Mundial, el Acht-Acht (ocho-ocho) alemán. <<

Fragmento 138

[211] El asesinato en sí no ha cambiado nada, aparte del hecho de que gran parte del odio y las amargas críticas que antes recibía la figura del extravagante favorito de la zarina ahora recaen directamente sobre la familia imperial. <<

Fragmento 140

[212] Los disturbios se debieron al extendido descontento, pero lo que provocó que tuvieran lugar justamente en ese momento fue, en parte, una cuestión de meteorología. Alrededor del 8 de marzo se interrumpió un periodo de frío muy intenso y las temperaturas subieron considerablemente, lo cual propició que mucha gente quisiera echarse a la calle para manifestarse. <<

[213] Como bien ha demostrado Orlando-Figes, lo que se da por llamar «pacífica revolución de marzo» es sobre todo un mito. En realidad, murieron más personas durante esos disturbios que en relación con el famoso y fatídico golpe de los bolcheviques en octubre del mismo año. <<

Fragmento 142

[214] Es decir, el lecho seco de un río. <<

Fragmento 144

[215] Un cálculo de la época pone de manifiesto que cuarenta trenes al mes podían abastecer una división de 16 000 infantes, mientras que se requería cuatro veces esa cantidad de trenes para abastecer el mismo número de jinetes. Otra desventaja es que las anchas y largas columnas atascan con facilidad las vitales vías de marcha. <<

Fragmento 148

[216] Ciertamente, este biplano es un fiable caballo de batalla utilizado por un gran número de fuerzas aéreas, que desempeña además un gran número de funciones en un gran número de escenarios bélicos: desde los frentes occidental y oriental hasta los Balcanes, Italia y Mesopotamia. Su extraño nombre deriva de «las cortas riostras (strut significa “riostra” en inglés) que a ambos lados del fuselaje unen oblicuamente hacia fuera los planos de las alas» (Kenneth Munson). Fue también el primer avión británico que gracias a un mecanismo de sincronización (copiado de un caza alemán que, desorientado a causa de una espesa niebla, aterrizó en el lado erróneo de la línea del frente) era capaz de hacer fuego a través de la hélice. El Strutter fue decisivo para el dominio aéreo que los británicos ganaron durante el verano de 1916. <<

[217] Esta última no tardará en desatar (debido al índice de bajas que produce y a la frustración que provocan los fracasos) una oleada de amotinamientos dentro del ejército francés. No obstante, de momento, ambas batallas se encuentran en una de esas pausas para recobrar el aliento tan características de este tipo de batallas; reina así una calma relativa mientras los atacantes llenan sus depósitos de municiones y material y hacen rotar a las unidades agotadas y gastadas de la primera línea a fin de que ocupen su lugar nuevos y frescos reemplazos. Los defensores, evidentemente, aprovechan para hacer lo mismo, tras lo cual se reinicia la lucha de desgaste que prácticamente ha retrocedido al punto de partida. Pasado un tiempo el procedimiento se repite, y así ad nauseam. <<

[218] Tampoco hay salvavidas. Algunos pilotos intentan compensar esa carencia utilizando cámaras de neumáticos de automóvil usados que se ponen infladas alrededor de la cintura. <<

[219] Las estadísticas pintan bien: a comienzos de los combates los británicos disponen de 385 cazas contra los 114 de los alemanes. Pero las estadísticas no lo son todo. <<

[220] Apodo de uno de los otros prisioneros, Human Crochet. Sin duda, hace referencia a su aspecto físico. <<

Fragmento 152

[221] Las probabilidades de sobrevivir a la guerra en el caso de un alférez o un teniente eran considerablemente menores comparadas con las del soldado raso. Hay cálculos que ponen de manifiesto que entre los oficiales de bajo rango el índice de bajas era seis veces mayor que entre otras categorías. <<

Fragmento 155

[222] La cifra es una burda exageración. En los consejos de guerra que se organizaron tras los amotinamientos fueron sentenciados a diversas penas unos 23 000 hombres, de los cuales algo más de 500 a la pena capital. Sin embargo, confiando en el poder del castigo ejemplar, al final los fusilados fueron menos de 50 que, por lo general, murieron ante sus camaradas. Los relatos en los que unidades enteras son empujadas a tierra de nadie para ser abatidas por la propia artillería son leyendas. <<

Fragmento 156

[223] El término se creó como un intento de despistar a los curiosos. Y es que el proyecto era un secreto militar, y a los no iniciados que hacían preguntas se les decía que las grandes máquinas eran vehículos para transportar agua a las tropas, water tanks. La última palabra fue la que quedó. <<

Fragmento 157

[224] En el ejército alemán se habla de «puntos azules». En sus mapas las líneas de trincheras enemigas están indicadas con cifras de color azul. <<

[225] La simple verdad es que no existe ninguna técnica que funcione. Los aparatos de radio sin hilos existen, pero son muy grandes, pesados y poco fiables. La telefonía por hilos funciona bien siempre y cuando se trate de la red permanente o cuando los combates no son demasiado intensos. En caso de serlo, los hilos se rompen nada más comenzar el tiroteo. A estas alturas se ha comenzado a enterrar los conductos a un metro de profundidad, y cuando es posible, a entubarlos, pero tanta meticulosidad solo pueden permitírsela los defensores y solo cuando el frente está estabilizado y relativamente en calma. En cuanto a los distintos tipos de señalización óptica (como bengalas, heliógrafos, lámparas, semáforos y banderas) todos los ejércitos los utilizan pero son métodos que dependen de un factor que, por lo general, queda eliminado en la parte más intensa de los combates, a saber, la buena visibilidad. Otra opción consiste en el transporte físico de las órdenes y los informes. Ambos bandos experimentan con perros mensajeros, los cuales, sin embargo, no dan buenos resultados bajo bombardeo intenso, pues al igual que los caballos enloquecen bajo el fuego artillero muy intenso. Ambos bandos utilizan palomas mensajeras; solo el ejército alemán hizo uso de 300 000. En cierto modo representan el método de comunicación más efectivo. Según un cálculo, nueve de cada diez palomas llegaban a su destino. Se dieron casos de palomas que fueron condecoradas o recompensadas de algún modo u otro, como sucedió con la última paloma que enviaron los sitiados de Fort de Vaux, en Verdún, durante los combates de 1916, que llegó a su destino pero murió de las heridas sufridas. Ahora en el fuerte hay una placa en su memoria. Otra es la célebre paloma Cher Ami, que durante los combates en Argonne en octubre de 1918, pese a tener una bala en el pecho y una pata arrancada, logró llevar un mensaje proveniente de una unidad americana sitiada. Se la condecoró con la Croix de Guerre. (En la actualidad puede verse disecada en el museo Smithsonian de Washington). Si no se dispone de otros medios se hace uso de seres humanos, los enlaces, por lo general enviados en parejas con la esperanza de que al menos uno de los dos alcance su destino. Como se comprenderá, resulta un cargo sumamente arriesgado. (Adolf Hitler desempeñó a menudo el papel de enlace y fue condecorado en dos ocasiones por ello; la experiencia le procuró conocimientos muy concretos, aunque algo limitados, sobre asuntos militares, los cuales utilizaría más adelante para desbancar a varios generales cuya experiencia venía más bien determinada por el mundo abstracto de los despachos de los Estados Mayores). <<