Jueves, 18 de mayo de 1916
ANGUS BUCHANAN PARTE DE MBUYUNI Y APRENDE ALGO SOBRE MULAS
Las peores precipitaciones ya han pasado. Después de casi dos meses de espera bajo la lluvia en los alrededores del Kilimanjaro es hora de proseguir la marcha en pos del elusivo enemigo. La conquista de Moshi fue un éxito, pero tampoco esa vez lograron vencer al adversario. Buchanan, al igual que muchos otros, siente una involuntaria admiración por sus contrincantes alemanes, especialmente por sus tropas de nativos, quienes han demostrado disciplina, habilidad y mucho valor. No será fácil. El enemigo se comporta ya como el ejército de guerrilleros en que se están convirtiendo, mientras que el cuerpo británico se mueve con la pesadez y la escrupulosa, parsimoniosa lentitud de un ejército regular.
Por la tarde la fuerza principal abandona Mbuyuni. Hoy Buchanan está provisionalmente al mando de la impedimenta del batallón, compuesta de animales de carga, unas mulas, ya que hay que volver a adentrarse en terreno infranqueable. Les envuelven los olorosos efluvios de las plantas húmedas abrasándose al sol.
Resulta, según sus propias palabras, «una marcha memorable». La mayor parte de los animales son nuevos, y algunos nunca han llevado una albarda en su vida, por lo que se resisten y forcejean. Continuamente hay mulas que consiguen romper o escurrirse de los arreos, a los que no están acostumbradas. Durante toda la tarde Buchanan y unos cuantos soldados más cabalgan columna arriba columna abajo persiguiendo animales fugitivos. De vez en cuando tienen que hacer un alto para arreglar jaeces rotos o para volver a ensillar «a las tercas y asustadas bestias, que no dejan de resistirse». La situación no varía en toda la noche.
Cuando finalmente instalan el campamento a Buchanan le consta que faltan cuatro de sus mulas. Aun así cuentan dos mulas de más en relación con las que había al comienzo de la marcha. En la oscuridad han ido capturando todos los animales sueltos que han pillado, y algunos de ellos, obviamente, pertenecen a otros batallones. Como de costumbre, deciden quedarse con los animales encontrados sin informar de ello a nadie.