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Viernes, 12 de febrero de 1915

FLORENCE FARMBOROUGH REPASA EN MOSCÚ SU ROPA DE VIAJE

Ahora ya lo tiene todo superado: los seis meses en un hospital militar privado de Moscú, los perseverantes estudios para sacarse el título de enfermera —la parte de prácticas la dominaba bien; lo que le costó fue la teoría, impartida en un ruso complicado—, la graduación, la ceremonia de clausura en una iglesia ortodoxa —donde el sacerdote tuvo problemas en pronunciar su nombre: «Floronz»—, sus intentos de que aceptasen su solicitud de servir en el nuevo hospital de campaña móvil número 10, lo que consiguió gracias, una vez más, a la intervención de su antiguo patrón, el célebre cirujano cardiólogo.

Farmborough escribe en su diario:

Estoy en plenos preparativos para mi marcha. Me siento muy impaciente por partir, pero todavía queda mucho por hacer, y la unidad en sí todavía no ha entrado en funcionamiento del todo. Mis uniformes de enfermera, delantales y cofias ya están terminados, y me he comprado una chaqueta de cuero negro con forro de franela. Hace conjunto con ella un grueso chaleco de piel de cordero, para el invierno, cuyo nombre en ruso, duschegreyechka, significa «calienta-almas». He oído decir que nuestra unidad estará estacionada en el frente ruso-austríaco de los Cárpatos y que tendremos que montar a caballo; así que he añadido a mi guardarropa unas botas altas y pantalones de montar de cuero negro.