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Miércoles, 25 de septiembre de 1918

HERBERT SULZBACH RIÑE A UN SOLDADO EN FRÁNCFORT DEL MENO

Ha vuelto a ir a su casa de permiso. Algo está sucediendo. Algo ha sucedido ya. Sulzbach encuentra sombría su ciudad natal.

Primero en un sentido concreto. En Fráncfort del Meno hay apagón general para que sus luces no guíen a los aviadores franceses: regularmente la ciudad es sometida a bombardeos. (En una incursión de hace aproximadamente un mes murieron 17 personas). Pero también en el figurado. Eso pudo notarlo ya cuando estuvo aquí a principios de año. Huelgas, escasez de comida, ansiedad, ansiedad por cómo va a acabar todo. Las noticias que llegan del frente occidental siguen siendo malas. Y se dice que en el frente oriental Bulgaria está a punto de claudicar.

A Sulzbach nunca antes le han recibido con tanta alegría. Es como si su madre y su padre hubieran empezado a perder la esperanza de volver a ver a su hijo con vida.

Sulzbach está cansado, desgastado e irritable tras los duros combates y fracasos de las últimas semanas. Le resulta difícil tolerar el descontento entre la propia gente. Si los soldados aguantan, ¿no debería hacerlo también la población civil? Todos esos derrotistas y protestones le amargan los ánimos. Sin embargo, posee suficiente sentido de la autocrítica para darse cuenta de que sus largos años en el frente le han condicionado hasta tal punto que ya no puede percibir el mundo con otros ojos que los de un militar.

Sulzbach ha visitado a la madre de Kurt, quien le ha regalado la última fotografía que se le tomó a su amigo. Y ha visitado la tumba de éste.

El mismo día Sulzbach camina por la calle cuando le adelanta un joven uniformado que no hace el saludo militar. Sulzbach, que luce su Cruz de Hierro, y de primera clase, interpreta la omisión como deliberada. Y no piensa tragar tan flagrante desacato a la disciplina castrense. Él, normalmente de talante tan extrovertido y jovial, que apenas nunca discute con nadie, le suelta al joven soldado una bronca tremenda: «¡Algo hay que hacer cuando estos estúpidos jóvenes aquí en casa ostentan públicamente su indisciplina! ¿Por qué será que, cuando funciona todo tan bien en el frente, tenga que pasarte algo así cuando estás en casa?».

Más tarde ese mismo día aeroplanos franceses vuelven a lanzar bombas sobre la ciudad.