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Martes, 16 de julio de 1918

EDWARD MOUSLEY ESCRIBE UN SONETO EN UNA CUMBRE SOBRE BURSA

Es como si dos personas distintas se apretujaran en su mente. O puede que sea el usual conflicto entre el sentimiento y la razón.

Una parte de él presiente que la guerra ha alcanzado un punto de inflexión. Parece que los alemanes se han encallado en Francia, y los aliados de Alemania (austríacos y búlgaros, sin olvidar los turcos, cómo no) dan muestras de un muy avanzado estado de fatiga bélica. En cuanto a Mousley, no lo pasa demasiado mal. El tribunal militar otomano lo absolvió de la acusación de intento de fuga presentada contra él. Sus estudios de Derecho, con Derecho Internacional como especialidad y su táctica de contraatacar de modo agresivo en situaciones de apuro le ayudaron. Está de vuelta entre los oficiales de alto rango que se hallan prisioneros en el balneario de Bursa, donde él, bajo rigurosa vigilancia, por supuesto, puede dedicarse tanto a la pesca como a mirar partidos de fútbol.

Una parte de él se desespera, viendo con lúgubre desazón cómo se escurren en el cautiverio algunos de los mejores años de su vida.

Este día, una vez más, Mousley va de camino a darse un baño en aguas medicinales. Como de costumbre le acompaña un guardia armado. Hace un tórrido calor. Mousley se siente enfermo y cansado. Suben hasta una de las cimas que rodean Bursa. Las vistas son magníficas, sobre todo las que dan a la alta montaña de Kesis. Al cabo de un rato Mousley se da cuenta de que no llegará a tiempo para darse el baño. Así que se sienta en la cuneta. Allí escribe un soneto:

One day I sought a tree beside the road

Sad, dusty road, well known of captive feet

My mind obedient but my heart with heat

Rebelled pulsating ’gainst the captor’s goad.

So my tired eyes closed on the “foreign field”

That reached around me to the starlight’s verge,

One brief respite from weary years to urge

Me to forget, and see some good concealed.

But skyward then scarred deep with ages long

I saw Olympus[269] and his shoulders strong

Rise o’er the patterned destinies of all the years

Marked with God’s finger by the will of Heaven

Tracks men shall tread, with only Time for leaven

That we might see with eyes keen after tears[270].

«Pero —reconoce él cuando luego sopesa el valor de este arrebato lírico— los instantes como éstos eran pocos». Luego añade en su inglés algo pidgin que ha ido adquiriendo durante sus años de cautiverio: «Las exigencias de la supervivencia y la shikar (caza) de comida y dinero y la bandobasta (organización) general de intrigas y planes y esto y lo otro y lo de más allá, absorbía gran parte de nuestra atención[271]».

El mismo día, el 16 de julio, Herbert Sulzbach anota en su diario:

Nuestro estado de ánimo es espantoso, ¡no tenemos la menor noción de lo que está pasando, solo intuimos que esta gran ofensiva no ha funcionado! Lo que se dice descanso propiamente dicho no lo hemos tenido desde Soissons.