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Domingo, 19 de mayo de 1918

HERBERT SULZBACH RECIBE EN LEMÉ LA NOTIFICACIÓN DE UN FALLECIMIENTO

Otra ofensiva a gran escala en ciernes. ¿Será esta vez, por fin, la decisiva?

Herbert Sulzbach ha sido ascendido a ayudante del batallón y está muy ocupado planificando, pues la nueva manera de atacar exige elaboradísimos preparativos, y en ningún otro sitio son esos preparativos tan complejos y extensos como en los regimientos de artillería. Todo debe cuadrar exactamente, hasta el último decimal, desde los suministros, las vías de marcha, las estructuras de comunicación y los asentamientos de las baterías hasta los inventarios de objetivos, los planes de fuego, los cálculos de municiones y los cronometrajes. Las fórmulas y las abreviaciones se han convertido en una jerga casi impenetrable: Ika, Ika a, Ika b, Ika bII, Aka, Feka, Deckzeit, Klarzeit, X+12, X+24, X+37, X+95 bis X+115, Rohrverbrauch, z-linie, w-linie, X-linie, y-linie, y-linie. (Un detalle interesante: el código que se utiliza como tapadera para ocultar distintos grupos de artillería consiste en nombres propios judíos: Judith, Nathanael, Moisés, Caín, Abel).

Sulzbach disfruta con su trabajo. Las semanas anteriores han sido bastante tranquilas, por lo que ha tenido tiempo de ponerse al corriente de su nueva ocupación. Pero que haya reinado la calma no significa que hayan estado ociosos. Se han realizado ambiciosos entrenamientos de coordinación con la infantería, los oficiales se han ejercitado en los últimos métodos de tiro y la tropa se ha entrenado corriendo. La moral de combate es buena. Por lo que respecta a Sulzbach, al estar convencido de que tienen la victoria al alcance de la mano, su humor es excelente. La confianza que deposita en el gran diseñador de la ofensiva, Ludendorff[263], es más bien ilimitada.

Hacia el atardecer aparece un suboficial. Ha estado de permiso en su casa y trae consigo una carta para Sulzbach.

Él la abre.

El contenido le deja de piedra.

Kurt Reinhardt ha muerto. Iba de artillero en un avión de exploración el 9 de mayo cuando le dispararon mortalmente durante una misión en las proximidades de Dunkerque. En los últimos años Sulzbach ha recibido muchas notificaciones de muerte, pero ésta es, sin lugar a dudas, la que más le afecta. ¿Kurt muerto? Kurt es… era… su viejo amigo, de entre todos sus amigos el mejor, una verdadera alma gemela. Incluso después de que Kurt abandonara la batería supieron mantenerse en contacto a través de los años, y se veían siempre que podían. ¿Kurt muerto?

Sulzbach llora.

Es la primera vez que llora en toda la guerra. Ni siquiera cuando su cuñado se fue a pique a bordo del Ariadne durante la batalla de Heligoland lloró, y eso que sucedió en agosto de 1914, cuando la muerte todavía no se había convertido en algo cotidiano.

Desolado y triste Sulzbach echa a andar en la noche de mayo. Los pensamientos martillean su cabeza. Piensa en la madre de Kurt, que ahora ha perdido en la guerra tanto a su marido como a su único hijo. Piensa en la última carta que Kurt le escribió, en la que con orgullo le contaba que había recibido la Cruz de Hierro tras haber abatido un caza inglés durante un combate sobre Flandes, al tiempo que, con la bondad que le caracterizaba, casi pedía disculpas por el hecho de haber segado, probablemente, una vida humana. Sulzbach vaga en la hermosa noche de mayo pensando que Kurt nunca más volverá a vivir hermosas noches de mayo. Y también piensa que Kurt nunca vivirá la victoria final. Ésa que está tan cerca.

Después regresa a su cuartel en Lemé. Allí saca todas las cartas de Kurt, y empieza a leerlas.