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Sábado, 16 de diciembre de 1916

ANGUS BUCHANAN VE LLEGAR REFUERZOS A KISAKI

Son tiempos de recuperación, para todos. Angus Buchanan se ha recuperado de la disentería, y el batallón, lo que todavía queda de él, ha superado las dificultades del otoño. Y ambos han desarrollado, en muy poco tiempo, un asombroso nivel de energía. Buchanan, por su parte, ha seguido coleccionando pájaros, ha efectuado una misión de exploración en la orilla opuesta del río Mgeta y —pese a una recaída de malaria— ha abatido su primer elefante, un macho joven, y acto seguido una gran hembra. Simultáneamente, las tropas han trabajado duro preparando el terreno con miras a continuar avanzando a través de territorio enemigo. Se han derribado montones de árboles y se han construido varios puentes sobre el río Mgeta. También se ha abierto una ancha carretera a través de la selva virgen en Kirengwe.

Hoy los ánimos se elevan aún más al aparecer una columna con unos 150 soldados, bienvenidos refuerzos para el diezmado batallón. A la cabeza va un hombre tocado con un gran sombrero flexible y equipado con un rifle de caza. Es el antiguo jefe de la compañía de Buchanan, Frederick Courtney Selous. Ha alcanzado la edad de 65 años y hace pocos meses estaba tan enfermo que lo enviaron de vuelta a Gran Bretaña. Nadie contaba con volver a verle, y ahora tiene todo el aspecto de encontrarse en excelentes condiciones. Buchanan y los demás se sienten tan contentos como impresionados. «¡Vaya ejemplo de lealtad que mostró al volver al frente, a su avanzada edad, para tomar parte en los combates de su país!». Selous es doblemente bien recibido ya que también puede contarles cómo están las cosas en Gran Bretaña y sobre la situación global de la guerra.

Más tarde, mientras el día refresca y las sombras se alargan, charlan de esto y de lo de más allá. Selous le habla de su gran colección de mariposas que se llevó a Gran Bretaña; Buchanan le habla de su cacería de elefantes. Entre tanto los porteadores negros del pelotón de ametralladoras de Buchanan construyen una choza de hierba para el hombre a quien denominan Bwana M’Kubwa: el gran jefe. Dentro de unos días todos se dirigirán hacia el sudeste y el río Rufiji, donde dicen que se ha refugiado el enemigo. Flotan en el aire nuevas esperanzas.