Domingo, 2 de julio de 1916
ANGUS BUCHANAN COMPRA UNAS CUANTAS GALLINAS EN KWADIREMA
Es domingo y para variar se respeta el día de descanso. Están acampados desde hace unos días a la espera, según dicen, de almacenar provisiones en cantidades suficientes como para poder proseguir la marcha. Últimamente ha escaseado la comida; de nuevo han pasado hambre.
Buchanan ni siquiera tiene que instruir a sus hombres en el manejo de las ametralladoras, el día se presenta completamente tranquilo, pero las consecuencias de ello, sin embargo, no solo son benéficas. En la bochornosa calma chicha del domingo si no tienes con qué distraerte te entra la morriña. A Buchanan le bastaría con saber cómo está su familia. Las noticias son raras aquí en la sabana y las cartas más raras aún. Hace semanas que no llega el correo.
Con todo, el día no resulta en absoluto desperdiciado. Aparte de descansar Buchanan tiene ocasión de alegrarse por haber llevado a puerto un buen negocio. De dos negros que conoció hace un par de días y que acaban de regresar de su aldea obtiene harina y trece gallinas; a cambio él les da algunas prendas de ropa. Qué gozo supone esta inesperada aportación de calorías: hoy habrá gallina para cenar. Sin embargo, el zoólogo que hay en él despierta de su letargo. (Aunque en realidad nunca se haya sumido en un sueño muy profundo. Tan pronto le sobra algo de tiempo y fuerzas Buchanan busca nuevos ejemplares para su colección de plantas, huevos y sobre todo pájaros. Cataloga todo lo que encuentra con la meticulosidad rayana al amor del científico. Su último hallazgo lleva fecha del 14 de mayo, con número de referencia 163, y es un martín pescador pigmeo africano, una hembra de la especie Ispidina picta). Una de las gallinas tiene un penacho blanco en la cabeza. Por algún motivo él no es capaz de matarla sino que decide conservarla un tiempo. Le dará huevos, y quién sabe, a lo mejor hasta puede que se convierta en su animal de compañía.