Notas

[1] Suspiria de profundis apareció en el «Blackwood’s Edimbourgh Magazine» en los números de marzo, abril, junio y julio de 1845. Con posterioridad, en 1851, se publicó en un volumen junto con las Confesiones. En posteriores publicaciones el texto fue sometido a numerosas alteraciones y correcciones, de las que transcribiremos las más esenciales. De Quincey en un principio barajó la posibilidad de concebir Suspiria de profundis como parte de las Confesiones, como un todo orgánico, y también como una obra independiente, pero nunca llegó a decidirse. De ahí que años más tarde especulase con la idea de fundir Suspiria con El coche correo inglés y La visión de la muerte súbita, dada su semejanza temática. El título, Suspiria de profundis, sustituyó a una primera opción, Susperia de Abysso, en clara alusión al salmo 130, 1, en la edición bíblica de la Vulgata: «De profundis clamavi ad te, Domine». <<

[2] El daguerrotipo, etc. (N. del A). <<

[3] Es posible que el argumento de esta novela mencionada por De Quincey sea de propia invención. <<

[4] Valerius Flaccus. <<

[5] Vid. Argonáutica VI, 134-36. <<

[6] Cicerón, en un famoso pasaje de su Ética, habla del comercio como de una irremediable bajeza cuando se ejercita a pequeña escala, pero como una felonía no absoluta cuando se practica al por mayor. Da al comerciante de verdad (a quien lo es en el sentido inglés) el prurito de sentirse algo más que una persona insignificante. (N. del A). <<

[7] De Agur y no de Agar, vid. Prov 30, 8. <<

[8] Sus médicos eran el Dr. Percival, un conocido médico y hombre de letras que había mantenido una correspondencia con Condorcet, D’Alambert, etc., y Mr. Charles White, un distinguido cirujano. Fue este último quien dijo que su cabeza era en su estructura y desarrollo la más excelente que había visto, una afirmación que, según mi conocimiento, repitió años después y con entusiasmo. Que él estaba familiarizado con este tema se puede deducir del hecho de que escribió y publicó una obra sobre el cráneo humano, apoyado con muchas medidas que él había realizado de cráneos seleccionados de entre todas las variedades de la especie humana. Por lo demás, como soy reacio a que cualquier rasgo de vanidad se deslice en este relato, admitiré sinceramente que murió de hidrocefalia, y se ha supuesto con frecuencia que la prematura expansión del intelecto en esos casos es asimismo mórbida, forzada por el desarrollo de la enfermedad. Sin embargo, sugeriría, como una posibilidad, el orden inverso de la relación entre la enfermedad y las manifestaciones intelectuales. La enfermedad no puede ser siempre la causa del crecimiento preternatural del intelecto, sino, por el contrario, este crecimiento, al producirse de manera espontánea, y excediend~ las capacidades de la estructura física, puede ser la causa de la enfermedad. (N. del A). <<

[9] Vid. Éx 13,21-22. <<

[10] Entre los descuidos en El paraíso perdido, algunos de los cuales aún no se han descubierto, se encuentra uno con toda seguridad, el cual, al iluminar el sublime sacrificio de Adán por su débil compañera con una luz patética tan abrumadora, ha disminuido en exceso la culpa de su desobediencia a Dios. Todo lo que Milton diga más adelante no oscurece, ni puede oscurecer, la belleza de esa acción: si la revisamos con calma nos vemos obligados a condenarla, pero asumiendo el estado apasionado de Adán en el momento de la tentación, la aprobamos en nuestros corazones. Esto fue, sin duda, un descuido, peto uno muy difícil de remediar. Recuerdo, entre los numerosos pensamientos exquisitos de Jean Paul (Richter), uno que me asombra especialmente sobre este tema. Sugiere, no como un serio comentario teológico, sino como una divagación imaginativa de un corazón poético que, si Adán hubiese logrado resistir la angustia de la separación como un puro sacrificio de obediencia a Dios, su recompensa habría sido el perdón y la reconciliación de Eva, junto con su restauración en la inocencia. (N. del A). <<

[11]

«Yo permanecí sumido en un trance de

agonía que no se puede recordar»,

Palabras de Alhadra en Remordimiento, de Coleridge. (N. del A)

<<

[12] Algunos lectores pondrán en duda el hecho y no buscarán ninguna razón. Pero ¿acaso han sufrido esa pena en todas las estaciones del año? (N. del A). <<

[13] Relativo a la estatua de Mernnon, en Tebas, que cantaba cuando la tocaba el primer rayo de sol matinal. <<

[14] Φυζη μροσ μονον: Plotinus. (N. del A). <<

[15] Los pensamientos a que me refiero los relegaré a las notas finales, pues en este punto interrumpirían demasiado el curso del relato. (N. del A). <<

[16] Der ewige Jude, que es la expresión común alemana para el judío errante, y aún más sublime que la nuestra. (N. del A). <<

[17] El lector no debe olvidar, al leer éste y otros pasajes que, aunque se habla de los sentimientos de un niño, no es el niño el que habla. Yo descifro lo que el niño sólo sentía de manera cifrada. Y esta distinción o explicación está tan lejos de apuntar a razones metafísicas o dudosas, que muy poco observador ha de ser quien no entienda que aquí no me estoy refiriendo a una peculiaridad de este niño o de otro, sino a una necesidad de todos los niños. Cualquier cosa que florezca o se expanda en la mente de un hombre hasta hacerse consciente en su vida madura, debe haber preexistido en germen durante su infancia. Yo, por ejemplo, cuando niño, no leí conscientemente en mis propios sentimientos e ideas. De ninguna manera, y además eso era imposible para un niño. Yo, el niño, tenía los sentimientos, yo, el hombre, los descifro. Al niño le corresponde la escritura, para él misteriosa; a mí, la interpretación y el comentario. (N. del A.) <<

[18] Aquí, sin embargo, hago una excepción con el caso de un niño muriendo de una enfermedad orgánica, por lo tanto condenado a morir lentamente y consciente de su estado. Puesto que este niño se ve solemnizado y, a veces, inspirado, en un sentido parcial, inspirado por la hondura de sus sufrimientos, y por sus tristes expectativas. Ese niño, al haber apartado su mente terrenal de muchas cosas, es natural que haya podido apartar la mente infantil de todas las cosas. Por tanto, tan sólo hablando de mí mismo reconozco haber leído con emoción el relato de una niña que, sabiendo con una antelación de meses que estaba entre los elegidos para morir, se tornó ansiosa incluso para perturbar su corazón con lo que ella llamaba la conversión de su padre. Su deber filial y reverencia habían retrocedido ante el amor filial. (N. del A.) <<

[19] Muerte de Wallenstein. Act. V, escena 1, (traducción de Coleridge), en relación con sus recuerdos de Piccolomini el joven. (N. del A.) <<

[20] Véase el segundo Libro de los Reyes 13,20 Y 21. Hace treinta años este impresionante incidente sirvió de tema a un gran retablo, obra de Mr. Alston, un interesante artista americano, por entonces residente en Londres. (N. del A.) <<

[21] Hace treinta años no habría sido necesario decir una palabra de la magia Obi u Obeah, porque en aquel tiempo varios escritores distinguidos (Miss Edgeworth, por ejemplo, en su Belinda) habían empleado esta superstición en relatos de ficción, y la notable historia de «Jack el de los tres dedos», llevada a la escena, contribuyó también a que esta superstición se hiciese pública y famosa. Ahora bien, como el caso se habrá olvidado por haber acontecido hace tanto tiempo, sería conveniente mencionar que cuando un hombre Obeah, esto es, alguien que profese esta oscura confabulación de miedos humanos y credulidad humana, ha tejido su terrible red de terrores fantasmales y la ha arrojado sobre su víctima elegida, ésta en vano se agitará, luchará o languidecerá en su trampa; a menos que se revocaran los ensalmos, por lo general perece, y sin una herida, salvo la infligida por su desbocada imaginación. (N. del A.) <<

[22] Goethe, Der Erlkonig; De Quincey cita la traducción inglesa de Matthew Gregory Lewis. <<

[23] Lo que sigue, pienso (pues no tengo ningún libro a mi disposición cuando escribo esto), a saber, et sera sub nocte rudentum, es, con probabilidad, un error de Virgilio; los leones no rugen porque se aproxime la noche, sino porque la noche trae consigo su comida principal y, por consiguiente, la impaciencia del hambre. (N. del A.) <<

[24] Véase, entre los primeros poemas de Southey, uno sobre esta superstición. Southey argumenta en contra; pero, por mi parte, yo debería haber estado más dispuesto a defender la otra posición. (N. del A.) <<

[25] En este lugar debo mi impresión en parte a un esbozo encantador de la escena, obra de Mr. Wordsworth, y en parte a mi propia experiencia del caso y, al no tener aquí conmigo los poemas, no sé cómo repartir mis reconocimientos. (N. del A.) <<

[26] «Así pues», objeta el cínico, «sitúa su propia mente (y nos lo dice con tanta franqueza) entre las formaciones primarias». Y como me encanta fastidiarle, me doy el placer de responderle: «Tal vez sea asÍ. Pero como nunca respondo más preguntas de las que son necesarias, me limito a decir que ésta no es una construcción necesaria de las palabras. Algunas mentes están más cerca del tipo de la naturaleza original en el hombre, son más fieles que otras al gran imán en nuestro oscuro planeta. Mentes que están más apasionadas en una escala más colosal que de ordinario, más profundas en sus vibraciones, y más amplias en la escala de sus vibraciones —ya tengan o no, en otras partes de su sistema intelectual, un adecuado compás— temblarán con más intensidad por una espantosa convulsión y se recobrarán mediante una curva más larga de ondulaciones». (N. del A.) <<

[27] Es decir (lo añado como una información para lectores ingleses), el reconocimiento de su verdadera identidad, que en un momento, y mediante una terrible revelación, le vincula con actos incestuosos, asesinos, parricidas, en el pasado, y con una misteriosa fatalidad de infortunio acechándole en el futuro. (N. del A.) <<

[28] En e original, «Stationer’s Cornpany», compañía a la que pertenecían todos los impresores que luchaban contra la difusión de copias ilegales. <<

[29] Vid. Shakespeare, Julio César IV, III, 22. <<

[30] Eurípides. (N. del A.) <<

[31] Algunos lectores supondrán, basándose en la experiencia inglesa, que la palabra exorcizar significa en propiedad proscripción a las tinieblas. No es así. Invocación de las tinieblas o a veces la coerción atormentada de conjuraciones místicas es más bien su significado primero. (N. del A.) <<

[32] Muchos lectores recordarán, aunque en el momento de escribir esto mi memoria no lo recuerda, el famoso pasaje en Prometeo:

«´ωαονιον τεκυματων

´Αμηπιθηον ξελασμα»

«¡Oh!, numerosas risas de las olas oceánicas». No está claro si para Esquilo las risas se dirigen al oído o a la vista. (N. del A.) <<

[33] Esto, debemos decirlo, requiere una duración correspondiente de experiencia, pero, como un argumento para este misterioso poder que se oculta en nuestra naturaleza, me permito recordarle al lector un fenómeno del que cualquiera puede tener noticia, a saber, la tendencia de las personas muy ancianas a retroceder y concentrar la luz de su memoria en escenas de la temprana infancia, tanto que llegan a recordar muchos rasgos que se habían desvanecido para ellos durante su vida adulta, mientras que con frecuencia olvidan las fases intermedias de su experiencia. Esto muestra que de manera natural, y sin agentes violentos, el cerebro humano es, por su tendencia, un palimpsesto. (N. del A.) <<

[34] Como nunca me he permitido codiciar de nadie ni su buey ni su asno, ni ninguna cosa que sea ajena, aún menos conviene a un filósofo codiciar las imágenes de otro, o sus metáforas. Aquí, por tanto, devuelvo a Mr. Wordsworth esta fina imagen de la rueda giratoria, y de los radios centelleantes, aplicada por él a las fugaces sucesiones del día y de la noche. La tomé prestada por un momento con el fin de destacar mi propia fase; hecho lo cual, el lector es testigo de que la devuelvo al instante con una nota añadida con este propósito. Con frecuencia, y basándome en el mismo principio, tomo prestados los sellos de jóvenes damas para cerrar mis sobres. Pues en ellos estoy seguro de encontrar algún sentimiento tierno, como «recuerdo», «esperanza» o «rosas» o «encuentro», y mi corresponsal deberá ser un triste bruto para no quedar afectado por la elocuencia del sello, incluso si su gusto es tan malo que permanece sordo al mío. (N. del A.) <<

[35] Esto, advertirá el lector, se aplica principalmente a los Estados del algodón y del tabaco de Norteamérica, pero no sólo a ellos, por lo que no he tenido escrúpulos en imaginarme el sol, que mira hacia la esclavitud, como tropical, y no importa si estrictamente en los trópicos o simplemente cercano a ellos como para producir un clima similar. (N. del A.) <<

[36] La palabra σεμνος suele traducirse como venerable en los diccionarios; no es un epíteto muy elogioso para las mujeres. Pero, tras analizar algunos pasajes en que el término se emplea significativamente, estoy dispuesto a pensar que se acerca más a nuestra idea de lo sublime, tanto como se puede aproximar una palabra griega. (N. del A.) <<

[37] El lector que desee entender todo el significado de estas confesiones, no debería pasar por alto esta leyenda del sueño. No puede maravillar que una visión que ocupaba en aquellos años mis pensamientos despierto, reapareciese en mis sueños. Es más, de hecho en mi sueño regresaba la leyenda que yo había escrito o esculpido en silencio en mis ensueños diurnos. Pero su importancia en las presentes confesiones es la siguiente: que refiere o prefigura su curso. La PRIMERA parte pertenece a Madonna. La TERCERA a la «Mater Suspiriorum» y recibirá el título Los mundos del paria. La CUARTA, que termina la obra, pertenece a la «Mater Tenebrarum» y recibirá el título EL reino de La oscuridad. En cuanto a la SEGUNDA, es una interpolación que se requiere para el pleno efecto de las demás, y se explicará en el lugar apropiado. (N. del A.) <<

[38] Este fenómeno tan sorprendente ha sido continuamente descrito por escritores, tanto alemanes como ingleses, durante los últimos cincuenta años. Muchos lectores, sin embargo, no conocerán estas descripciones, y para ellos añadiré unas palabras de explicación, remitiéndolos al mejor tratado científico sobre el caso, obra de Sir David Brewster: Magia natural. El espectro toma la forma de una figura humana o, si hay más de un visitante, los espectros se multiplican; se disponen en el fondo azul del cielo, o en el fondo oscuro de cualquier nube, o destacan contra la superficie de una roca, a la distancia de unas millas y siempre exhibiendo proporciones gigantescas. Al principio, por la distancia y el enorme tamaño, los espectadores suponen que la aparición es independiente de ellos mismos. Pero muy pronto se sorprenden al observar sus propios movimientos y gestos imitados, llegando a la convicción de que el fantasma no es más que un reflejo dilatado de ellos mismos. Este titán entre las apariciones de la tierra es excesivamente caprichoso, desvaneciéndose abruptamente por razones que sólo él conoce, y es más esquivo que la Dama del Eco de Ovidio. Una de las razones de que sea visto tan raras veces se ha atribuido a la coincidencia de condiciones bajo las cuales se manifiesta el fenómeno: el sol tiene que estar cerca del horizonte (hora del día que es muy inconveniente para una persona que comienza la ascensión desde una estación tan distante como Elbingerode); el espectador tiene que estar de espaldas al sol y el aire debe contener algo de vapor, pero parcialmente distribuido. Coleridge ascendió el Brocken el domingo de Pentecostés de 1799, con un grupo de estudiantes ingleses de Gottingen, pero no pudieron ver el fantasma; después, en Inglaterra (y bajo esas tres mismas condiciones) observó un fenómeno mucho más extraño que describió en los siguientes ocho versos. Los transcribo de una copia corregida (el apóstrofe al comienzo se debe entender como dirigido a una concepción ideal):

«¿Y no eres nada? Te apareces en la fría aurora

cuando el leñador asciende sinuosamente por el valle hacia el oeste,

cuando sobre intrincada cañada

la nieve teje una niebla reluciente;

ahí estás ante él, deslizándote sin pasos,

una imagen con la cabeza aureolada:

esta forma él adora por sus dorados reflejos,

y hace (sin saberlo) lo que persigue».

(N. del A.) <<

[39] Es peculiar, y quizá se deba a la temperatura y al tiempo que prevalecen en esa fase temprana del estío, que la mayor parte de las apariciones del espectro se hayan presenciado en el domingo de Pentecostés más que en cualquier otro día. (N. del A.) <<

[40] Ésos son nombres que aún se aplican a la anémona del Brocken y al fragmento de granito con forma de altar situado cerca de una de las cumbres, y no hay duda de que están conectados por vínculos de antigua tradición con las sombrías realidades del paganismo, cuando todo el Hartz y el Brocken formaron durante mucho tiempo el último asilo a una feroz pero agonizante idolatría. (N. del A.) <<

[41] No necesito decir a ningún amante de Handel que este oratorio de «Israel en Egipto» contiene un coro conocido familiarmente con ese nombre. Las palabras son: «y les dio granizo como lluvia; fuego, mezclado con granizo, barrió el suelo», Hay que entender, sin embargo, al Intérprete como desempeñando el papel de un coro trágico en Atenas. El coro griego no ha sido del todo entendido por los críticos, no más que el Oscuro Intérprete por mí mismo. Pero la función directriz de ambos puede ser ésta: no decirte nada que sea absolutamente nuevo, que se haya hecho por los actores en el drama, sino recordarte tus propios pensamientos escondidos, ocultos por el momento o imperfectamente desarrollados, y situar ante ti, en conexión inmediata con grupos que se desvanecen con demasiada rapidez para cualquier esfuerzo de meditación por tu parte, los comentarios, proféticos o referidos al pasado, que se refieren a la moral o que descifran el misterio, justificando la Providencia o mitigando la fiereza o angustia que podrían haber afectado a tu meditativo corazón, si se le hubiese permitido al tiempo. (N. del A.) <<

[42] Ciudad portuaria jamaicana destruida por un huracán en 1780. <<

[43] Gladiadores armados de una red. <<

[44] Al estar casi constantemente ausente de Londres y, con mucha frecuencia también, de otras grandes ciudades, no dispongo de oportunidades favorables para abarcar la gran masa de publicaciones, así que es posible que existan otras calumnias de mismo tenor. Hablo de lo que conozco personalmente, o de aquello sobre lo que se me ha llamado la atención, pero de hecho todos estamos expuestos a este mal de calumnias que acechan en la oscuridad, y ningún grado de energía, y ningún exceso de tiempo, permitirán a ninguna persona que ejercite esta labor de vigilancia policiaca sobre todas las publicaciones. Es mejor dejar, por tanto, que toda esa malicia se confunda a sí misma. (N. del A). <<

[45] Altamont. <<

[46] Vid. Shakespeare, Otelo V, 11, 346-7. <<