Soy un náufrago

Dios mío, soy un náufrago, soy un jodido náufrago.

Estas palabras resonaban en mi cabeza aquel día de otoño de 1995 mientras ordenaba mi cabello largo y escaso, consecuencia de una vida descuidada.

Había vivido desde la niñez sumergido en un sueño, buscando en mis juegos una idílica isla donde organizar mi vida a mi manera, una isla donde escapar de los desengaños de la civilización.

Es posible que cuando deseas algo con tanta intensidad las fuerzas de la naturaleza te conduzcan a hacer realidad tus sueños.

Han pasado casi quince años y todavía me encuentro de isla en isla.

Ahora descubro que no soy yo quien está en la isla, es la isla la que está en mí.

Creo en Dios. Sé que Él me cuida. También sé que soy una oveja descarriada, y que una y otra vez volveré a separarme de Él.

En mi isla he sentido soledad, tristeza, depresión y silencio, pero ese silencio también me ha dado la oportunidad de observar la vida con calma, su belleza y, en definitiva, he podido reconocer la obra de Dios: si miro hacia atrás puedo ver como nuestro Creador ha ido poniendo ante mí…

¡¡No!! No es este un libro de espiritualidad, tampoco un libro de aventuras. Lo cierto es que ni siquiera sé porque he comenzado a escribir. Aquí no hay alcohol que me haga sentir ningún tipo de euforia, si bien he de confesar que desde aquella mañana de otoño de 1995, tras levantarme del sillón en el que maldormía, dirigirme al pequeño aseo del estudio de Birgit y reconocer en el espejo mi cansada realidad, siempre he querido escribir este libro.

Soy consciente de que mi vida ha sido interesante, muy interesante, como para escribir un libro. Pero aun así ¿qué derecho tengo yo para robarle a nadie su tiempo con lecturas? Todos tenemos una vida y cada vida está cargada de riqueza y de bellas experiencias. Si alguien me pasase un manuscrito y me pidiese leer la historia de su vida, lo consideraría un acto de egoísmo.

De todas formas, seguiré escribiendo hasta que me canse. Quizá sólo porque lo lea mi madre, la única persona que de verdad me ha querido, tiene sentido seguir con esta especie de autobiografía.

Bien. Ya he encontrado un motivo para escribir. Ahora tengo que decidir como voy a escribirlo.

Podría contar anécdotas y situaciones que he vivido, cargarlas de ritmo y dinamismo, buscar su lado trascendente y mostrar al mundo que este náufrago en verdad es un genio incomprendido. ¡Qué egoísmo!

Podría buscar un argumento, un hilo conductor que permitiese contar lo mismo. Seguiría siendo un egoísmo, pero quedaría camuflado. De todas formas siempre he tenido la sospecha de que soy un egocéntrico, lo que es casi lo mismo. Así que ¡Adelante! Además, si no cuento mi vida ¿Qué voy a contar? Si yo no soy un escritor.

Intentaré añadir algo que haga esperar un desenlace. De esta forma puedo incluso conseguir que el libro sea ameno.

Tal vez queráis saber en que isla me encuentro ahora, pero no os lo voy a desvelar, pues esta podría ser la clave del desenlace.

¡Animo Javier, vamos a por una obra maestra de la literatura universal! pues tal vez sí exista dentro de ti un genio incomprendido.