RECEPCIÓN DE LA OBRA DE COOPER EN ESPAÑA

Si el número de traducciones y ediciones de la obra de un autor se considera un baremo adecuado para medir su popularidad se puede asegurar que James Fenimore Cooper es un autor favorito en España, por delante de escritores tan importantes como E. A. Poe o Walt Whitman. Las numerosas traducciones de las novelas de Cooper llevadas a cabo en el siglo XIX se realizaban sobre versiones de las novelas en francés; teniendo en cuenta que el original inglés ya había sufrido con harta frecuencia una manipulación en su primera traslación idiomática, y dado que los traductores de la época trabajaban en condiciones muy precarias, no se puede considerar muy afortunado el resultado final de la obra de Cooper al español.

La primera versión de una novela de Cooper al español corresponde al año 1831 y se trata de El espía, publicada once años antes en los Estados Unidos. En años sucesivos fueron apareciendo, bien en territorio español o francés, otras versiones en español tituladas Los nacimientos del Susquehanna, Los primeros plantadores, El piloto, El último mohicano, La pradera, El bravo, Lionel Lincoln, El corsario rojo y la obra de ensayo El puritano de América. Todas estas traducciones vieron varias reediciones, dada la fama alcanzada por J. F. Cooper en Europa.

Merece especial mención la novela histórica Doña Mercedes de Castilla, que aun siendo poco conocida y, en general, muy poco apreciada por los lectores norteamericanos, alcanzó en español tres ediciones, en Cádiz, Madrid y París, las mismas, hasta ese momento, que la novela estrella de Cooper, El último mohicano. Sin duda las aventuras y proezas de Cristóbal Colón, centro de la novela dedicada a Doña Mercedes de Castilla, debieron cautivar la imaginación de un público español que asistía impotente, desde principios del siglo XIX, a la decadencia del imperio y a la pérdida paulatina de las colonias españolas en el continente americano.

En la segunda mitad del siglo XIX se publican traducciones cada vez más cuidadas de la obra de Cooper, tanto de obras que ya habían sido vertidas al español como de obras nuevas. Aparentemente no hay un criterio de calidad literaria al elegir las obras para traducir; así pues Precaución, la primera novela del autor y de escaso valor literario, vio tres ediciones en poco tiempo, mientras que no existe constancia de que la traducción de El último mohicano hubiera sido mejorada en ese periodo desde 1861. Ya en el siglo XX y a medida que éste avanza se observa una reducción del número de obras traducidas, que quedan limitadas a un total de once, coincidiendo éstas con las novelas más populares y destacando ya El último mohicano, con un total de 45 ediciones en las últimas décadas. Es de destacar también que ahora se respetan los títulos originales de las obras, siendo fiel a la opinión del autor en vez de buscar alternativas que despierten mayor expectación entre el público lector.

El hecho de que estructuralmente las novelas de J. F. Cooper estén divididas en dos secciones claramente diferenciadas (la acción y los diálogos por una parte y los extensos párrafos descriptivos en los que se detiene la acción para introducir la información moral o social que el autor considera apropiada) ha propiciado que esta última parte sea mutilada en la traducción en favor de la primera, pero convirtiendo así las novelas en relatos de aventuras de acción trepidante apropiadas, en términos generales, al gusto del lector adolescente. Estas mutilaciones obligan al adaptador a introducir frases de enlace inexistentes en el texto para hacerlo inteligible, con lo cual se puede aseverar que a la obra de Fenimore Cooper no se le ha hecho justicia, literariamente hablando, hasta hace muy pocos años.