Agradecimientos

Mi eterno agradecimiento a las siguientes personas, que generosamente me brindaron parte de su tiempo y sus conocimientos:

En Singapur: a Doris Chew del Raffles Hotel, por la visita privada al museo y su fascinante relato de la pintoresca historia de las islas.

En San Francisco: a la doctora Nancy Chung y al herborista Sam Li, por ilustrarme con dos perspectivas diferentes de la medicina china; y a Rosmary Chin por su divertido y esclarecedor recorrido por Chinatown.

En el Sur de California: a John Teng, licenciado en Acupuntura y doctor en Filosofía, a Judy Lin, practicante de feng shui, y al doctor Kaz Yamatsu, profesor de estudios asiáticos, por mostrarme un mundo misterioso y desconocido para mí.

Un agradecimiento especial a Jim Settle, director ejecutivo de Settle Services in Techonlogy y previamente director del Equipo de Delitos Informático del FBI, por arrojar luz sobre la comunidad hacker y los delitos informáticos, y por contestar pacientemente las preguntas de una «novata».

A Jonathan Cheyne por permitirme usar su poema «Dos Amaneceres».

Y al personal de la Corporación Lordston por mantenerme felizmente conectada y en línea una vez más.

Finalmente (aunque en realidad sois los primeros), besos y abrazos para mi agente, Harvey Klinger, mi editora, Federica Friedman, mis queridos amigos Carlos y Sharon, y, sobre todo, para mi esposo, George. No lo habría conseguido sin vuestro apoyo, aliento y fe en mí.

¡Os quiero a todos!

(Traducción por el Proyecto Scriptorium)[2]