La vieja cortina de seda color granate
La vieja cortina de seda color granate en la que me seco las lágrimas, Eliacim, se ha empezado a romper por algunos lados. La verdad, Eliacim, es que, aunque ya estaba vieja cuando tú viniste al mundo, yo siempre la recuerdo en casa de mi madre, no me hago a la idea de que pueda morir antes que yo, siempre quise creer que había de durar eternamente y, desde luego, mucho más que yo. ¡Qué aburrido, Eliacim, pensar que todas las cosas mueren y desaparecen sin remisión!
Detrás de nuestra vieja cortina de seda color granate, Eliacim, tú te escondías, cuando eras pequeño y jugabas a los fantasmas mientras yo fingía no encontrarte y asustarme mucho con los extraños ruidos que se escuchaban por toda la casa. ¡Qué tiempos aquellos, Eliacim, perdóname, qué próximos me parecen todavía!
Nuestra vieja cortina de seda color granate, Eliacim, se conoce que ya le llegó su hora, se ha empezado a romper por algunos lados. Yo le digo, no te preocupes, por vieja que estés yo no te apartaré nunca de mi lado. Y le pregunto, ¿verdad que prefieres seguir siempre en casa, aunque en la casa no haya hoy la alegría que en otro tiempo hubo? Pero la vieja cortina de seda color granate, Eliacim, nuestra vieja cortina, es posible que, muda de pavor, no me responde. Quizás ignore el inglés; yo, por lo menos, no se lo oí hablar jamás.