Tres gruesas damas turcas
Cogidas de la mano, Eliacim, las tres gruesas damas turcas iban de compras. La gruesa dama turca número 1 se compró una faja de goma. La gruesa dama turca número 2 se compró unos zapatos de charol y una faja de goma. La gruesa dama turca número 3, que era la más rica, sin duda, se compró un bolso de fantasía, unos zapatos de charol con hebilla de plata y una faja de goma. Las tres gruesas damas turcas caminaban en silencio, cogidas de la mano, temerosas, quizá, de ser atropelladas por un automóvil o por una motocicleta mientras iban de compras, Eliacim.
La otra noche, hijo mío, soñé con tres gruesas damas que creí turcas hasta que alguien, más conocedor que yo de la casi secreta ciencia que estudia las razas, me aseguró que eran yebalíes y que una se llamaba Amina, que significa la fiel; otra, Zohora, que quiere decir la pura, y otra Aixa, que equivale a llamarle la vital.
Como es lógico, Eliacim, Amina se conformó con una faja de goma, Zohora se decidió a llegar hasta los zapatos, y Aixa era la más gruesa y la más adinerada de las tres. ¿Verdad, Eliacim, que parece una fábula?
Si alguna vez vuelvo a soñar con las tres gruesas damas turcas, Eliacim, que iban de compras, cogidas de la mano, prometo tenerte al tanto de lo que les vaya sucediendo. Debes confiar en mí, hijo mío, ya sabes que yo siempre he sido muy cumplidora de mi palabra.