El problema de los pueblos de color
A nadie más que a los blancos preocupa el problema de los pueblos de color. Y es que hoy, Eliacim, tenemos la sartén por el mango, pero mañana, ¿quién sabe lo que sucederá mañana?
Sí, es mejor, sin duda, que existan, e incluso que prosperen, los pueblos de color, que haya negros, amarillos, aceitunados y también pieles rojas de poéticos nombres venatorios.
Si los pueblos de color desapareciesen de golpe, Eliacim, ¿quién iba a llenar el inmenso vacío que dejarían sobre el mundo?
Entre los pueblos de color es posible que no exista una preocupación paralela, hijo, porque los pueblos de color, a fuerza de oírnos, se percataron a tiempo de que lo mejor y lo más descansado era dejarnos hacer.
Y esta idea, Eliacim, es algo que trastorna a los blancos, que nos saca de quicio y nos trae por la calle de la amargura.