122

Los quinqués

Fue más amable la era de los quinqués, Eliacim. Los quinqués se clasificaban en tres grandes grupos: quinqués zoo, quinqués herbolario y quinqués firmamento. Los quinqués zoo lucían mariposas, gacelas, peces. Los quinqués herbolario mostraban rosas de té, helechos, guisantes de olor. Los quinqués firmamento alumbraban Casiopea, Aldebarán, Andrómeda. Tú, de haber conocido la era de los quinqués, hubieras preferido tener sobre la mesa de noche, para leer a Sir Walter Scott, un quinqué firmamento, un quinqué rebosante de estrellas, de constelaciones, de nebulosas.

Sí, Eliacim, sin duda alguna fue más tibia y clemente la era de los quinqués, el tiempo en que un quinqué de buena marca y de esmerada decoración animal, vegetal o celeste, podía levantar una familia hasta los más altos estratos de la sociedad.

En casa de la abuelita, hijo mío, al anochecer, siempre se tenía, alrededor del quinqué, esta conversación:

Parece que alumbra menos el quinqué. ¡No, por Dios! Quizás esté algo sucia la camisa. ¡Alberto!, ¿qué palabras son ésas? Perdón. Al principio siempre tarda un poco en alcanzar su máximo esplendor. Claro, será que todavía no ha cogido fuerza. Claro. Claro. Sí, eso está claro. Cuidado, no tropezar con el quinqué. No. Para hablar no hace falta tropezar con el quinqué. Etcétera…, hasta el infinito.

(Los personajes, hijo, éramos cinco y las frases que te dejo dichas podían ser pronunciadas, indistintamente, por cualquiera.)

Créeme, Eliacim, la era de los quinqués resultaba más acogedora, más hogareña. ¿Te dije ya que había tres clases de quinqués: quinqués zoo, quinqués herbolario y quinqués firmamento? Sí, creo recordar que sí, que ya te lo dije.