Los pasos decisivos
Tú decías: mañana voy a dar un paso decisivo en mi vida. Y entonces volvías a casa con una mancha de rouge en el cuello de la camisa.
No, hijo mío, no juguemos, tan peligrosamente, con las palabras. Eso, Eliacim, eso que a ti te ocurría, casi nunca era mucho más de un paso no demasiado decisivo. Los pasos decisivos, hijos, no dejan huella: el pacto con el diablo es aséptico como un bien instalado quirófano.