Educación prematrimonial
Aún no ha tomado suficiente incremento, Eliacim, la educación prematrimonial. Y la educación prematrimonial, hijo mío, sobre todo la educación prematrimonial de la mujer, aun rozando la pornografía, es de una importancia como no sospechan nuestros gobernantes.
Con la educación prematrimonial femenina, hijo mío, las recién casadas distinguirían las formas de las nubes, conocerían las raras leyes de las cotizaciones de los valores públicos, serían capaces de saltar los saltos mortales más al uso, adivinarían el tiempo con no mayor error que los campesinos y serían, en todo, el complemento de ese amigo desgraciado, siempre tan horro de complementos, que todos los maridos tienen.
Aún no ha tomado auge bastante, Eliacim, la educación prematrimonial de la mujer. Pero debemos pensar que esta laguna se subsanará algún día, quizá ya no lejano.
Cuando esto ocurra, hijo mío, los matrimonios arderán de gozo, como los pajares, con llamas altísimas y despidiendo millares y millares de chispas de fuego de siete colores. Será un día muy grande y muy feliz para la humanidad, Eliacim.