Abalorios finos
Tengo un traje bordado con cuentas azules y otro con cuentas verdes. Según los pensamientos con que me levanto de la cama, así elijo mi traje. No me va mal con mi sistema.
A ti, Eliacim, se te notaba en seguida que albergabas en tu espíritu una gran afición a los abalorios finos, una gran afición en ciernes, una gran afición que no llegó a granar, quizá por falta de tiempo.
Yo tengo para mí que los antiguos, los verdaderos sabios de los tiempos antiguos, también se sentían atraídos por los abalorios finos, por las cuentecillas de amables colores con las que yo adorno mis trajes, esos trajes que elijo, cada mañana, según los pensamientos con que me levanto.
Cuando me levanto pensando en ti, Eliacim, me pongo el traje bordado con cuentas azules. Y cuando me levanto pensando en ti, hijo mío, me pongo el traje bordado con cuentas verdes.