66

Los carpinteros de ribera

Los carpinteros de ribera cantan, durante su trabajo, las bellas canciones marinas que tanto gustan a los veraneantes, unas canciones de monótono ritmo, de un ritmo casi salobre.

Los carpinteros de ribera, Eliacim querido, semejan aplicados y alegres fabricantes de ataúdes, disciplinados y jubilosos artífices de sólidas cajas de muerto.

Cuando los veo trabajar afanosamente, hijo mío, aunque con un afán más bien sosegado, se me ocurren pensamientos tan vanos y pueriles que casi no me atrevo decírtelos por miedo a que me reprendas.

Pero del brazo de un carpintero de ribera, Eliacim, tu madre, en estos momentos, se sentiría muy dichosa paseando a orillas de la mar y viendo cómo las gaviotas escapan, con un pez de brilladoras escamas en el rojo pico, camino de las negras rocas, de las verdes y frías rocas de la costa, de las húmedas rocas que pintan sombras atroces sobre las nubes de ceniciento color.

Es posible que haya alguna tonada que se titule «La novia del calafate». Yo lo ignoro, pero todo pudiera ser.