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Navegación a vela

Si viviéramos tú y yo en los tiempos de la navegación a vela, ¡ah, si viviéramos tú y yo!

En los tiempos de la navegación a vela, la mar semejaba una alcoba en la que, ¡qué pena haber nacido a destiempo!, tú y yo nos hubiéramos encontrado.

Pudiera ser que, al vernos, no supiésemos lo que decirnos. Para estos momentos de indecisión, los dioses crearon el sentido del olfato, que es algo parecido al radar de las almas.

En los tiempos de la navegación a vela, Eliacim, la mar fingía ser un bosque de amorosos senderos, una selva que había perdido su virginidad por amor.

Hoy, ya no.