Sin antifaz, sin guante, sin camisa
Así, Eliacim, los héroes más honestos, aquellos que, como tú, preferisteis dar a los peces marinos lo que no supimos reteneros las madres terrestres.
¡Ah, si fuera erizado y violento pez de los abismos, o finísima arena del fondo, o sal!
Sin antifaz, sin guante, sin camisa, también puede morirse, Eliacim, sin pena ni gloria. Y arrastrando, incluso, los pecados que no se cometieron, los más antiguos y dulces pecados, aquellos pecados que hubieran sido capaces de transformarnos en cajas de resonancia, quién sabe si en acariciadoras cajitas de música.