El estío
El estío es la estación de los moribundos, la estación en la que los moribundos se suben, precipitadamente, al tren de la muerte, que pasa silbando con cadencia viejas tonadas intrascendentes.
En el estío, los niños se sienten pájaros malditos y las señoras casadas llegan a verdaderas divinidades en el viejo arte de guardar ausencias a sus maridos, cada una a su peculiar manera.
No hay forma de pensar que el estío pueda ser ese tiempo de bonanza que cantan algunos poetas de escasa inspiración.
Fe, hijo mío, es creer lo que no se ha visto. Tú has visto ya el estío, pero no sé si lo has visto tal como es, tal como yo te aseguro que es.
Debes creer que en esto, como en todo, te digo la verdad y nada más que la verdad.