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¿Quieres algo de la ciudad?

Dímelo, por favor, siempre que vayas a la ciudad. ¿Qué trabajo te cuesta? Te prometo responderte siempre: no, hijo, nada, muchas gracias, y aunque necesite magnesia, o algodón de zurcir, o sellos, o agujas nuevas para el gramófono, o sal, o la última novela de ese amigo tuyo francés que se está haciendo tan famoso, te diré siempre, siempre, te lo prometo no, hijo, etc.